28.6.10

A Toledo

Fui a Toledo

La Cueva. Aún no está abierta al público. Desde al menos el siglo XVI la tradición ubica junto a lo que fue la Iglesia de San Ginés la Cueva de Hércules. Alguien entró y murió, quizá a causa de la humedad. Se habló de un lugar maldito, otros entraron y también murieron. El cardenal Siliceo mandó entrar y ver, y agujerear para que se viera que no había nada. Y nada había. Pero los que entraron también murieron al poco tiempo. La cueva, una serpiente en el dintel. Hércules. La pérdida de Hispania.

En realidad, todo forma parte de un complejo sistema de canalización y tratamiento de aguas de la Toletum romana. Desde allí fuimos a las termas romanas, otro espacio fabuloso. Parece que la ciudad romana fue mucho más relevante de lo que los historiadores han creído siempre. Al lado de las termas, el antiguo Hospital del Nuncio, con el patio recién restaurado…

Luego hubo más paseos. Hasta la torre de San Román. Una iglesia espectacular, convertida en museo del arte visigodo toledano. El pozo del Salvador, un espacio abovedado fantástico en medio de la ciudad. La iglesia del Salvador, con una pilastra sobrecogedora, quizá el resto de arte cristiano más antiguo que se conserva en la península, con las caras borradas, fruto de la presencia luego del islam iconoclasta.

Los baños del Ángel, con el hipocausto mejor conservado de Toledo. La casa del judío, del judío quizá Isahc, con su sala de baño ritual y purificador. Aquel judío que prestó dinero a la reina Isabel porque un marino de origen incierto aseguraba haber descubierto una ruta alternativa para llegar a las indias. Un dintel en madera recordando la torah. El patio de su casa, espectacular tras la restauración. Qué gran trabajo ha realizado el Consorcio desde su creación. Qué buena forma de invertir el dinero de todos.

Almuerzo bueno a la vera de San Juan de los Reyes, otro de mis espacios fetiches en Toledo. Y tarde / noche decadente en el hermoso cigarral toledano de mi amigo Jesús. Ha vuelto recientemente de Asia Menor y llevó bajo el brazo dos recomendaciones: el magnífico y erudito libro de Ascherson, y el brillante recorrido por los restos de Bizancio que hizo hace años Dalrymple. Se nos fueron las horas comentándolos y reflexionando sobre el papel a jugar en la vida pública por el intelectual. Denuncia. Siempre. De todo. Y de todos.

Un sábado memorable.

No hay comentarios: