24.4.08

Del velo de la ignorancia en el caciquismo

Hay caciquismo en España. Sigue siendo un país en el que, si uno tiene padrino, es más fácil bautizarse. Pongámonos un velo e imaginemos. Un pueblecito de Zamora, por ejemplo. Supongamos que tiene unos cinco mil habitantes. Imaginemos al alcalde del pueblo en los años ochenta. Tiene una hija. Desde jóvena, la hija milita en el partido del padre. Resulta que la Diputación y la Junta pertenecen al mismo partido. La hija va creciendo. Como papá es alcalde y está bien relacionado, empieza a hacer contactos. Imaginemos, además, que de este pequeño pueblo zamorano es un importante personaje del partido a nivel regional. Imaginemos, además, que el presidente del gobierno autonómico conoce a papá. La niña acaba una licenciatura en la misma universidad de Zamora, claro, no hay que irse lejos, a ver si alguien te va a levantar el pastel. Cuando acaba, consigue unas prácticas en la Caja España, la Caja de Ahorros de la provincia. No tiene nada que ver, obviamente, que la Caja esté en manos de políticos afines al partido, convertido ya en la vida de nuestra imaginaria protagonista, en El Partido. Para irte fogueando ya diriges las juventudes del partido en la localidad. Después de las prácticas, te vas a otras prácticas en otra Caja amiga, en este caso Caja Duero. Y luego el salto. Con veintiséis años, la Junta te nombra delegada de cultura en Zamora. Algún día, lector, reflexionaremos sobre las canonjías que suponen los cargos de delegado provincial de las Comunidades Autónomas. Con 29, Director de una Agencia autonómica, menudo carrerón, ¿eh?. Es que hay que ver como son estos del pepé. Total, que cuando nuestra jóvena llega a las treinta y uno, el presidente autonómico la pone de diputada autonómica en Valladolid, para que siga fogueándose. Pero el no va más llega cuando El Partido gana en Madrid y el presidente del gobierno, amigo de sus amigos, la nombra para ministra. Vaya tela, así funciona la derecha: caciquismo e hijos de papá. Si tienes la suerte de que papá esté bien conectado con el poder clientelar, es posible que llegues a algo en la vida. Mientras tanto, los hijos de los pobres, de los obreros, de los que quedan fuera de las redes informales de poder, condenados a sobrevivir con mil euros al mes.
La historia es una foto del funcionamiento del
caciquismo español en el siglo XXI. Pero ahora quitémonos el velo y ¡alehop! veamos la realidad.
No sólo en Zamora, o en la Castilla profunda, hay caciques. Que los hay. Hay otro caciquismo, más peligroso, porque ha llegado a serlo a base de denunciar, precisamente, la existencia de los caciques.
La jugada perfecta. No sólo vivo como un cacique sino que, además, moralmente, estoy muy por encima de los caciques porque yo no soy como ellos.
Ganar siempre.
La eterna ilusión de la socialdemocracia.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Curiosamente hoy he leído un artículo similar sobre el tema. Por lo menos allí terminan una carrera, aunque tampoco eso significa nada...

Es triste, sí.

Javi (@Treintanyero) dijo...

Que pena que en este país para llegar a algo tenga ser ser diciendo amén en el Partido...

Saludos

Javi

Anónimo dijo...

tienes toda la razón: ser ministro de españa, que se dice pronto, se vende muy barato hoy día.

Unknown dijo...

Donde está Romanones!!!
Hombre cabal
Perdiu, espero poder llegar a decir algun esa famosa frase del simpar Romanones, bueno tu me dijiste que era suya y como lo que tu dices suponemos que es Evangelio, pues ya está.
Bueno a loq ue iba, Romanones dixit (sin pixit): a los amigos...y al indiferente la ley vigente.
A ver si algún día puedo decirlo mientras me dedico a mover influencias y a llevarme la pasta a Venezuela, con Slim, claro.
A ver...a ver...a veeeerrrr