4.2.14

Impresor de Puño en Rostro

A veces un teléfono en silencio es presagio de malos augurios. Como lo son algunos mensajes sin responder. Algunas llamadas sin devolver. Y yo con unas cien páginas ya de la sinagoga vacía. Esos libros que nos regalan quienes nos escuchan. Tantos subrayados y tantas cosas que comentar con mi hermanu Lauru, impresor de puño en rostro. Las palabras como imaginación. Un herem. Un literato marrano en el Amsterdam del XVII llamado Miguel de Barrio. Eran demasiados temas como para no comentarlos. Y de repente voces de hospital. Abrazos al pie de una cama. Tantos proyectos aún por estrenar. Prólogos. Libros. Investigaciones. La maldición de un pueblo emboscado y en el que sus mentes más brillantes acaban siendo todas ágrafas. Estaremos vivos mientras tengamos cosas que hacer. Y mientras no hayamos tomado ese jarro de vino en Ruxinos, estrenando la tuya casa.... 

Esta mañana nevaba. Era la nieve senabresa que venía a interesarse por la salud, creo que ya recuperada, del hombre que no puede irse, porque sin él todos estaremos un poco más solos.

Y yo me despido hoy de mi hermanu como el cholo Vallejo se despedía de Ramón Collar, yuntero y soldado: "Salud hombre de Dios, mata y escribe".

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