El caso de la etarra Pepona Jauregui saltó hace unos años a la luz pública. Presunta asesina y repugnante etarra, vive feliz en Bélgica en una vida que presuntamente negó a varias personas solo porque no le gustaba su profesión. Traía el otro día Crónica noticias esperanzadoras para que sea juzgada. Sebastián Echaniz la incriminó al ser entregado por Venezuela, como también incriminó a Enrique Letona. Su carrera asesina empezó en 1981: en marzo, asesina por la espalda a un padre de cinco hijos que sale de misa de la basílica de Begoña, desarmado y desprevenido. En abril es tiroteado Francisco Francés, de apenas 29 años, y padre de dos hijos, uno de ellos de apenas cuatro meses de edad. En julio de aquel año tremendo, parece que ejerció de chivata para acabar con la vida de Magín Fernández mientras la víctima abría el quiosco de su mujer.
Tan feliz en ese Estado fallido llamado Bélgica...
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