10.11.09

Keep Walking IV: Volver a La Raya

Estuve en La Raya.

El mundo, cuando es noviembre, adquiere otra perspectiva en La Raya.

Allí hay que volver, solo o en compañía de otros. Para recibir órdenes, como escribió Torga. El Torga que ella nunca leyó (claro, es que Torga no es Homero, chato) y que yo llevo, a mis años, tatuado en las gafas.

La Raya. La frontera más pobre de toda la Europa occidental. Silencio. Donde La Sanabria y La Culebra se convierten en el Montesiño. Nunca tuvo un señor claro toda esta tierra. Ni antes de los romanos, ni después. Ni con los moros. Ni con los cristianos. Cuando Juan Alfonso Pimentel, un noble portugués desilusionado por el curso de la guerra, se ofrece a los bastardos Trastámaras (es lo que fueron, desde el principio y hasta el final) la tierra que mediaba entre Braganza, Benavente y las portillas no era de nadie. No podía serlo. Aquí nunca ha habido nadie, ni ahora ni entonces. No había entonces ni Portugal ni España. Empezaba La Raya pero nada más.

A La Raya siempre he querido ir a leer. Sentarme frente al árbol de Riohonor y reírme de los Estados y de sus naciones.

Ahora no puedo leer. Y eso es quizá de lo peor, junto con todo lo demás. No leer. Entiendo a Borges

Aún así, volví a Camus. De acuerdo que no es Homero, pero a cada uno, lo suyo. Su hermosa reflexión sobre Sísifo (ya que estamos con la Odisea). Uno la entiende mejor cuando pasea por el desolado paisaje de la Raya. Le regalo el final de la misma lector, para que la lea y se la ponga, delicadamente, por el cuello cuando se le acerque algún derrotista:

"Dejo a Sísifo al pie de la montaña. Se vuelve a encontrar siempre su carga. Pero Sísifo enseña la fidelidad superior que niega a los dioses y levanta las rocas. Él también juzga que todo está bien. Este universo en adelante sin amo no le parece estéril ni fútil. Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre".

Repita conmigo, lector: el esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre.

Ya me lo enseñaron otros. Mucho atrás, quizá en 1993. Lo importante no es ganar, porque no se puede ganar siempre; lo importante es pelear. Y no rendirse. Jamás. No nosotros.Al menos no yo.

Una manera de enfrentarse a la vida.

A esto me sabe a mí, desocupado lector, La Raya.

Y por eso vuelvo siempre a ella.

Y por eso creo que nunca dejaré de volver.

Solo, o en compañía de otros

5 comentarios:

Ruy dijo...

GRACIAS.Alimentas y confirmas y haces entender la ya escrito :"El obrero es acreedor a su salario"
El esfuerzo siempre tendrá su recompensa.

Anónimo dijo...

Amigo Perdiu, "La Raya"..., un dia me dijo un viejo zamorano que era el lugar en donde el que llegaba y se paraba a pensar, era el punto en donde se enfrentaba su pasado a su futuro... y si no se dejaba bloquear, entonces... descubria lo que era uno.

Me dijo tambien que la mayoria pasaba de largo.

Un cordial saludo,

Pabllo el herrero

Hornuez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hornuez dijo...

Mirando por dentro de mí
he visto un tipo sin igual
he visto un feliz porvenir,
me he visto follando en cualquier portal.

Extremoduro (claro)

Anónimo dijo...

Es usted un poeta Perdiu. En cuanto a Torga, y a lo demás que deja usted entrever, ella se lo pierde.