Ando con un opúsculo de hace años de Álvaro Delgado Gal. Lo publicó una viaje fundación que aún no era la FAES actual aunque fueran homónimas. Lleva por título "Los límites del pluralismo" y es una deliciosa lectura sobre el tema. Y hoy, precisamente hoy, mientras volvía de viaje, me doy de bruces con esta reflexión en la página 23:
"Existe por ejemplo una oligarquía política en el País Vasco que atribuye importancia decisiva al factor racial. Que argumenta que los
vascos se reconocen como biológicamente vascos, y que es este reconocimiento lo
que imprime a la sociedad vasca el carácter de sociedad. Y existe en Cataluña
otra oligarquía política que cree en la esencia catalana, una esencia
conformada por el idioma y un complejo de ritos culturales más o menos genuinos
o más o menos inventados. Naturalmente, estos dos fenómenos son
antipluralistas. O para ser más precisos, estas dos formas de nacionalismo
postulan unidades de convivencia no pluralistas. En realidad, constituyen
floraciones tardorománticas en el parterre español".
El antipluralismo premoderno.
Es lo que nos ha quedado del españolismo castizo.
Menuda gentuza...
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