10.2.15

Éramos todos tan jóvenes

El País del sábado caldeaba el ambiente con vistas a la manifa nacional-lingüística del domingo. Y lo hacía con la melancólica crónica de un tal Pereiro. Tan melancólica que el tono parecía sacado del año 1977 ó 1978: "se dispara el número de castellanohablanes en Galicia". Como si fuera una epidemia. 

Esa visión. Esa: la lengua se muere ya que los jóvenes falan poco galego. Esa vieja que pasó llorando, lo sabemos todos los que hemos leído a Cruise O´brian, era la patria. Nuestros niños abandonan la lengua que nosotros imaginamos ligada a la tierra. Y por ello soñamos a nuestros abuelos recriminándonos desde el más allá el abandono de lo más sagrado. El idioma se muere...

Esa visión esencialista de las lenguas. Esa visión tan dañina, que entiende que, después de cuarenta años de democracia, a los ciudadanos hay que "normalizarlos" ya que se ve que son anormales.

Esa visión tremenda que considera sujeto de derechos a una herramienta.

Esa visión de que el mundo se acaba porque nosotros nos hacemos mayores... 


PS: George Orwell escribió en sus deliciosas Notas sobre el nacionalismo que "todo nacionalista acaricia la idea de que el pasado puede alterarse. Pasa la mayor parte del tiempo en un mundo fantástico en el que las cosas suceden como deberían suceder -en el que, por ejemplo, la Armada Invencible triunfó o la Revolución Rusa fue aplastada en 1918-, Y, cuando es posible, no duda en transferir fragmentos de su mundo a los libros de historia."

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