El nacionalismo ahuyenta el talento. Y empobrece a las sociedades. No hay ninguna excepción. Nunca la ha habido. El nacionalismo es un modelo identitario premoderno que, entre otras cosas, silencia las críticas y categoriza a los ciudadanos en buenos y malos españoles, buenos y malos vascos...
Las cosas son como son y Quebec es un buen ejemplo, como recordaba el otro día Teresa Giménez Barbat en la edición catalana de ABC.
No se lo pierda.
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