El otro día en Babelia, a vueltas con las cartas entre Miguel Delibes y Paco Umbral. Eso que sospeché el día que acabé la leyenda del César visionario. Umbral nunca fue novelista. No sabía escribirlas y menos terminarlas.
Este párrafo: Dos días más tarde, su amigo le responde para confesarle cosas que, afirma, nunca ha contado a nadie. “Ni siquiera a España”, su mujer. Por un lado, matiza, no hay precipitación en su novela: simplemente, tiene facilidad para escribir. Por otro, admite que para el “gran ensayo” le falta formación universitaria. Se resigna, pues, a ser “un buen escritor sin género” y a producir “crónicas divertidas para toda la eternidad”. “No he conseguido”, dice, “cuajar una obra seria y me estoy acercando a los 40”. ¿Por qué? Porque sus valores literarios son “de tipo lírico, de lenguaje, de observación, de descripción, ironía, ideas o visiones personales”. Conclusión: “Está claro que no soy novelista”
En efecto, no lo era.
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