Resucitado. Cine bíblico, sin más.
Destino oculto. ¿qué pasaría si todo lo que hacemos obedecería ya a un plan? Interesante
Visión más o menos liberal de lo que pasa. Reflexión sobre la cultura, la sociedad y la vida. En general. Se admite debate.
Un par de pelis. Fuimos a ver El invitado. Gana solvencia Denzel Washington con los años. Es un magnífico actor, y su sola presencia ya justifica la entrada, excepto en casos terribles como el patético libro de Eli. La película es correcta, mucha acción, muchos tiros, muchos muertos. Malos muy malos y buenos muy buenos. De fondo, una traición, tan clásica en las pelis de espías. No es mi cine favorito, pero lo veo con gusto.
Nos acercamos también a ver Shame, en VOS. Un peliculón. Para ver en los Princesa, claro. Una película con fotogramas lentos, pero que no se hace pesada. Una obsesión: el sexo. Ni siquiera como liberación, sino como adicción. Una historia terrible, tremenda, de incomunicación y de soledad. Impresionante Fassbender, cómo consigue transmitir esa incapacidad mental del protagonista. Esa discapacidad para la comunicación. Esa soledad en la que todos vivimos y de la que a veces uno no consigue salir. Una película de esas que se quedan en la cabeza y va madurando. Las personas lo somos porque somos capaces de comunicar. De transmitir. Cuando de adulto uno deja de hablar empieza poco a poco a morir. Por eso, no dejar nunca de hablar. De expresar. De contar. La vida es una narración que sólo entenderemos cuando lleguemos al final del camino. Pero si nosotros no construimos la narración, alguien lo hará en nuestro lugar, y puede que no nos guste el resultado.
Buen cine.
La saga Millennium, del tal Larsson, que tan de moda se puso hace unos años. He visto las dos primera películas, las suecas digo, no la versión estadounidense que está ahora en cines. Hay mucha diferencia entre ambas. La primera es una buena película, un thriller que supongo que responde bien a la idea que debía de tener Larsson cuando escribió la obra. Obra que no he leído, me carga un poco el género negro en papel, la verdad. De fondo, las historias que las familias no quieren recordar cuando hablan de sí mismas, y más al fondo aún una historia de locura contra las mujeres en el edén sueco. La maldad de los extremismos. La violencia que se ejerce contras las mujeres, sea en el ámbito doméstico o no. Es complicado ser mujer, cada vez menos, pero es verdad que, según en qué entornos, puede llegar a ser una pesadilla. Yo me dí cuenta, todos llegamos tarde a todo, con el magnífico libro de Hirsi Alí, una lectura que debería de ser obligatoria para todas las mujeres occidentales.
En cualquier caso, una historia bien contada, con protagonistas algo extravagantes pero convincentes. Hay algo desasosegante en el pasado, ese país al que nunca podremos volver; por eso son tan fascinantes las historia de errores y terrores pasados. La segunda me pareció menos interesante y no me incitó, pero nada, a ver la tercera. Ya le contaré, desocupado lector, si al final me lanzo o no...
No es fácil rodar una película Islandia y que parezca que está rodada en los Estados Unidos. Estuve viendo Verdades ocultas, con un buen Whitaker y una hermosa Stiles, dirigida por Baltasar Kormákur. Qué bellas me parecen las mujeres de sonrisa atribulada, como el personaje de Stiler en la cinta, mujeres de mirada triste, mujeres que sólo dicen la verdad cuando no son capaces de mirarlo a uno a los ojos. Unos timadores y el complejo mundo de los seguros de fondo, ya saben, ese mundo en el que, como dice el protagonista: “a veces la casa tiene que perder para que los jugadores sigan viniendo”. Y la lluvia. Y el hielo. Y la imposibilidad de volver atrás: “no te das cuentas de los errores mientras los cometes”, le dice ella mientras el frío se cuela por las rendijas de unas ventanas mal ajustadas. Y un paisaje yermo. La soledad de una naturaleza hostil. Y una mentira sumada a más mentiras, con la aseguradora justó detrás de ti soplándote un aire gélido en el cuello. Y el viento. Y la soledad. Y tras tanto robo, darse cuenta que sólo vale la pena luchar por las personas. Por algunas personas. Cine duro, se me daba un aire, no sé porqué, a la Paris Texas de Wenders: esos blancos perdedores que nunca sabrán, ni siquiera tras morir, que jugaron con las cartas marcadas en un país demasiado grande como para darse cuenta de que existían.
Buen cine para ver con una mantita en un día perdido, otro más, a medio camino entre el dolor de cabezas y de encías.
PS: Travis bezala / Chevrolet gorriaren bila / ni joango naiz. / Paris-Texas, / Irun-Mosku, / edo antzeko zerbait... / izorratuta nago!!
Tardes de cine, ahora que llega el otoño, los días son cortos y noviembre no se detiene. Estuve viendo Michael Clayton, un thriller intenso con un Clooney aturdido y con un fantástico Wilkinson, al que recordaba de manera vaga como el Tio Howard del sueño de Casandra. Las traiciones. El dinero. Una empresa y un engaño. Una locura. Fingida, como tantas locuras. De fondo, una vida personal que se va hundiendo. Un hermano alcohólico, una separación. Un paisaje delicioso. Una lucha contra el reloj. Buenos contra malos, como nos gusta cuando estamos en el cine, que ya bastantes matices tiene la vida. Buen guión, de los que permiten que sea el espectador el que vaya encajando las piezas del puzle.
También fuimos a ver Margin Call, recomendada con insistencia por el amigo Rudulí. La lógica de las grandes finanzas contada por magníficos actores, no sólo Irons o Spacey, sino sobre todo un descomunal Tucci. La necesidad de ganar aunque otros pierdan. Los riesgos, inherentes al capitalismo, que pueden desbocarse cuando uno no se da cuenta de lo que está pasando. La necesidad de ganar en cinismo según se va ascendiendo en la escala social. La estupidez de confundir la economía con las matemáticas. Los zafios doctos, de los que hablaba Nietzsche, tan presentes en la vida pública de nuestro mundo. Y en la privada.
Buen cine.
PS: Ando, a mi edad, descubriendo a José Emilio Pacheco. Fantástica la antología que me regalé el otro día. Hay que cuidarse