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18.5.09

Corre, corre, corre que te van a...

Suena Django Reinhardt (¿el segundo mejor guitarrista de todos los tiempos?). Y pienso en esa manera española de enfocar la vida. Esos años invertidos con el único premio, en el mejor de los casos, de tener un salario garantizado. Da igual que el trabajo sea bueno o no, da igual que uno pueda hacer más en otro sitio. Al igual que la hipoteca en la compra de un piso, la inversión es demasiado alta como para abandonar después. Esa mentalidad española, digo. La obsesiva necesidad de seguridad cuando, en realidad, es sólo trabajo. ¿Cambio de destino? Quía, con lo que está lloviendo ahí fuera. La gente me mira raro. Cambié de trabajo en el verano de 2006. Volví a cambiar de trabajo en el verano de 2008. Nuevas perspectivas en el horizonte. Quizá un cambio, esta vez (por fin, dice Joxete) más a mi aire. Será que, en verdad, los castellanos somos los prusianos de España; y quizá que los sanabreses somos los anglosajones de Castilla y no lo digo sólo por el tono ginger; todo ello con permiso de Hornuez y de la (emprendedora) gente del oeste. En fin, quizá todo se reduce a que cuando a uno le sonríe la fortuna, se va haciendo cada vez más inconsciente y nunca piensa que le vaya a ir mal.

Vamos a ver cómo va todo. Y que dios reparta suerte…

 

Coda: [los británicos] "Sustentaban una creencia totalmente opuesta a la de los Estados Unidos, de más reciente formación, donde se consideraba como una virtud el pertenecer a una humilde cuna y dónde sólo el que se elevaba por sus propios méritos era digno de admiración".

Tuchman, Barbara W.: La torre del orgullo. Península, Barcelona, 2007. Página 27

 

PD: Por fin ubiqué el Merbeyé de mi juventud.

19.6.08

El primer día, dos años después

Dos años se cumplen hoy. Dos años de aquello de que si no è vero, è ben trovato. Tras un entorno libertario, un entorno verdadero. Rodeado no sólo de gente buena, sino también de buena gente. Ha pasado el tiempo. Y otra vez se abren nuevos horizontes en lontananza. Dos años intensos. El Perdíu ha aprendido. Y mucho. Y eso no se paga en la nómina. Entramos siete. Sólo quedo yo. Uno se hace mayor, es cierto. Sensaciones y percepciones cambiantes. A veces, he podido escribir con Azorín aquello de “Señor, dame un momento de reposo, tengo en mi espíritu un profundo cansancio”. Otras, en cambio, he recitado con el guipuzcoano Gabriel Celaya aquello de “Hoy me siento tan cargado de secretos no explotados / que domino el porvenir”.
Dos años aquí, en suma. Recuerdo que, el segundo día, al presentarme a un compañero, confundieron politólogo con ornitólogo.
Dos años.
¿Será cierto que en el ámbito laboral hay épocas vitales en la que los proyectos duran entre dos y cuatro años?
En cualquier caso, sólo es trabajo.

PS: "Mi propósito aquí no es defender a Weber […]. Mi tarea es mucho más limitada […]. Mi tesis consiste en que el conjunto de actitudes identificado por Weber, cualesquiera que sean sus orígenes, teológicos o de otro tipio, ha sido, es y puede ser importante, generando y manteniendo el progreso económico. Una sociedad cuyos miembros comparten las virtudes puritanas, cualquiera que sea el origen y por el motivo que sea, tendrá económicamente más éxito que una sociedad en la que esas virtudes brillen por su ausencia o estén menos ampliamente compartidas".
Buchanan, James M.: Ética y progreso económico. Ariel, Barcelona, 1996. Página 88