25.1.09

Melancolía (en una muerte)

Me enteré hace un par de días. Murió María Antonia. Con ella, una parte del mundo de mi infancia. En la España preolímpica había pueblos en los que el teléfono aún no había llegado. María Antonia tenía el suyo y hacía de servicio público para todos. Muchos recuerdos de mi infancia están ligados a ella. Bajaba uno a llamar, con diez pesetas, para ver si había que bajar al Mercado o no. Para ver si nos íbamos al lago o no con la bici. María Antonia miraba los pasos y los cobraba. Recuerdo el olor. El teléfono, según entrabas a la derecha. El pan, que también vendía. Las escaleras. Sus problemas de visión. Al lado, en la capilla, el buzón, el único buzón del pueblo. A su marido no lo recuerdo, pero sí a su hijo, muerto hace algunos años. María Antonia subía también a dar recados. "Vos han llamado de Madrid, que vuelven a hacerlo a las seis de la tarde".
Era una época.
A veces mi abuelo bajaba también a llamarnos, hasta que puso teléfono. Las mujeres mayores llevaban todas pañuelo en la cabeza y los hombres iban a la Iglesia y las mujeres a misa.
Un mundo.
En mi pueblo hasta los años noventa no había farolas en la calle, así que por la noche los vecinos dejábamos las luces de la puerta encendida para que la gente pudiera orientarse.
Una infancia.
Perdonen la tristeza.
Y a ti, María Antonia, que la tierra le sea leve.

PS: "Hoy el bajo bretón, el vasco, el gaélico mueren de cabaña en cabaña, a medida que mueren los cabreros y los labriegos.
La lengua de los indígenas se extinguió en la provincia inglesa de Cornualles hacia el año 1676. Un pescador les decía a unos viajeros: “no conozco más que cuatro o cinco personas que hablen bretón, y son ancianas como yo, tienen de sesenta a ochenta años; ningún joven sabe ya una palabra de él
”.
Chateaubriand, François de: Memorias de ultratumba (Libros I-XII). Tomo I. Página 316.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdiu, si usted no la olvida otros tampoco lo harán... me ha gustado mucho su post de hoy

bambi

Unknown dijo...

Perdiu, sabes que yo soy el último nacido en la montaña.
Mis padres tuvie´ron la "la gabina" del teléfono público mas de 5 años en casa.
En ese tiempo, recuerdo los recados:
Vete a decirle a "grabiel" que le llamonen los fiyos.
Cuando veas a Amparo, dile que la llamó Rifael.
Y así, paseos en la nieve, paseos en la noche, paseos en medio de la cena con el ulular del viento en los negrillos del curtineiro.
No me es ajena esa persona y entiendo que la eches de meno, en mi casa aúna se ve el lugar que ocupó la "gabina"