6.3.11

Cumple

Hoy cumple años Manolito.
Lo llamo. A Francia. A donde fue huyendo de todo esto, hace ya cuarenta años. Está mayor, se enfada conmigo; lo reto a volver a la Sanabria, a Zirbaaaaaantes, el lugar donde lo conocí cuando el mundo era aún tan reciente. Era la casa del abuelo Pedro. El mirador, en diagonal a la Fragua. Aquí trabajaba él, viendo el valle, me contó un día. Charlamos, me habla de política, con lo poco que me importa; me habla de sus teorías: "los hidalgos de tu pueblo vienen del mundo visigodo". Me habla de sus miedos, a quedarse ciego, por ejemplo; me habla de sus obsesiones, de sus peleas domésticas. Me habla, en fin, del viaje que no deja de posponer. Hace ya casi diez años que no voy por ahí, ya no sé si volveré con vida. Lo acuso de ágrafo, como siempre, como si yo tuviera legitimidad para acusar a nadie de nada. Soy un autodidacta, y eso los que habéis pasado por la universidad no lo entenderéis nunca, me recalca, como si yo no tuviera claro que la gente más interesante es siempre autodidacta. Recuerdo el arroz con liebre de su madre, la tía Adoración. Recuerdo las historias del Perdíu que me contaba paseando por el sierro (esta fue la montaña sagrada de los sapis, decía mientras caía la tarde, una hermosa tarde de agosto y Lisboa resplandecía). Hablamos del follón a cuenta del libro del castillo, cómo voy a enfadarme contigo, Manoluá...
Nos despedimos.
Ha cumplido sesenta y cinco.
Me da miedo pensar que algunas personas que me importan y a las que he considerado como parte de mi vida se van a ir muriendo en los próximos años. Siempre pensé que la edad no era un obstáculo para establecer relaciones duraderas entre las personas, y ahora me doy cuenta de que, como casi siempre, pequé de optimista.

Feliz cumple, maestro. Seguiré defendiendo a Men, y al Justiciero, cuando vos hayáis partido...

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