14.3.11

De cines y de lealtades...

Fuimos al cine. A ver Valor de ley, la última de los Coen. Un western crepuscular. No sé cómo definiría el concepto, pero es lo que me pareció la película. Mundos lejanos, el de un viejo bebedor y una niña adulta de pronto; un mundo que termina, y que acaba ya en el siglo XX, con una mujer que parte en busca de su pasado, que quiere saldar cuentas con las cosas que le hicieron madurar de pronto con apenas quince años. Nieve, sol, desierto, tiros. Buenos y malos, como en las clásicas del oeste. Un circo ya para viejos, para alcohólicos. El valor de la lealtad. Muchas de las cosas más importantes que nos ocurren en la vida no quedan por escrito, ni uno necesita que se firmen, ni es necesario un seguro para ir a reclamar en caso de que fallen. No. Muchas de esas cosas, las que nos hacen humanos, suceden porque entendemos el concepto de lealtad; porque sabemos a quién debemos serles fiel y a quienes no. Porque entendemos, quizá de manera algo oscura, primaria incluso, quienes forman parte de nuestra vida y quienes son aves de paso. Aunque el paso dure muchos años.
Buena película, para ver antes de que se marche el invierno.

PS: Suena Victor Manuel en el Itunes: “Aunque soy un pobre diablo / sé dos o tres cosas nada más / sé con quién no debo andar / también sé guardar fidelidad / sé quiénes son amigos de verdad / sé bien dónde están / nunca piden nada y siempre dan”.

PD: al hilo del libro de mi amigo John, interesante reflexión en la prensa de la provincia.

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