Este año hubiera cumplido un siglo de vida Juan Antonio Bardem, tan olvidado ya como sobrevalorado en su época. El Cultural de Anson le dedicaba un especial el otro día. Me interesa poco del personaje, salvo su amor por la familia, que refiere Manuel Gutiérrez Aragón en “El mayor de los Bardem”. Aún así, me quedo con detalles como esa idiotez de ser "un hombre de convicciones", como si eso te hiciera mejor persona. Ahí tenemos a Hitler, o Stalin, hombres también de profundas convicciones.
Fernando Lara en "Imágenes para un tiempo de sombras" nos recuerda que Bardem fue en 1982 a la Bulgaria soviética -el Estado más totalitario del bloque comunista- a rodar una oda al siniestro Dimitrov, o que fue premiado en un festival checo en ese mismo año.
Eso sí que estar en el lado equivocado de la historia, y no lo del tonto de Curtuá...
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