7.3.24

Comer -juntos- y vivir

No he hablado aquí suficiente de El efecto aldea, de Susan Pinker. Es un libro magnífico, subrayado por entero. Me fijo ahora en este párrafo, analizando la importancia de comer en común y en familia: “Sin embargo, uno de los hallazgos más sorprendentes sobre las comidas familiares regulares es su capacidad para transformar a los adolescentes, especialmente a las chicas […]. Los resultado mostraron que las niñas de doce años que comían regularmente con sus familias al comienzo de la escuela secundaria tenían la mitad de probabilidades que otros niños de su edad de beber, de fumar y, sobre todo, de consumir marihuana cuando tenían diecisiete años.


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