La Tribuna de ayer en El Mundo, deshaciendo equívocos sobre el ascensor social. Ni ha existido siempre ni está claro que tenga que funcionar bien de manera obligatoria. Me quedo con dos ideas:
- La importancia de las habilidades blandas: "En efecto, la forma en la que las familias más acaudaladas socializan a sus hijos es uno de los mecanismos más certeros de transmisión de oportunidades a lo largo del ciclo vital. Y no es así solo porque garanticen el acceso a los mejores posgrados o porque sus hijos tengan un acento exquisito al hablar idiomas extranjeros. Hoy las llamadas habilidades blandas, como la forma en que nos presentamos en público o la confianza en uno mismo (entre muchas otras), funcionan como potentísimos marcadores de ventaja social que cada vez son más valorados".
- Asumir la complejidad: "No se trata de renunciar a la idea de equidad, sino de confiar en la capacidad de la opinión pública para entender la complejidad de los procesos sociales. Solo si comprendemos esta incómoda realidad histórica, podremos avanzar hacia soluciones que no se basen en inflar expectativas y promesas fantasiosas".
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