Arcadi, en su jornal del otro día. Sobre la cortesía y la política, sobre la necesidad, en suma, de no perpetuar las querellas:
Está en los párrafos cruciales de una columna de Bret Stephens en el Times, a propósito de lo que el mísero presidente de los Estados Unidos dijo sobre el asesinato de Rob Reiner y Michele Singer a manos —presuntamente— de uno de sus hijos: «Las buenas personas y las buenas naciones no pisotean el dolor ajeno. La política debería terminar ante la tumba. No se trata solo de una cortesía social. Es un tabú fundacional que toda sociedad civilizada debe hacer respetar para impedir que diferencias personales transitorias se conviertan en sangrientos enfrentamientos generacionales (...) El daño más profundo nunca es financiero, legal o institucional. Como sabía uno de los contemporáneos más ilustres de [Adam] Smith, Edmund Burke, el daño reside en algo más sutil y menos tangible, pero también más importante: los modales. "Los modales son lo que nos irrita o nos calma, nos corrompe o nos purifica, nos exalta o nos envilece, nos embrutece o nos perfecciona", escribió Burke. A través de los modales las leyes se crean o se destruyen, se respetan o se corrompen».




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