Esto de Ana Palacio en El Mundohay que leerlo despacio. Nunca hubo una "Europa de las naciones" en paz...
Pero me quedo, hoy que es Navidad, con estos dos párrafos luminosos:
Aquí reside la trampa principal. La "Europa de las naciones" no es un regreso a un estadio anterior más funcional, sino una ficción retrospectiva. La Europa que floreció tras 1945 no fue una suma de soberanías intactas, sino el resultado de cesiones deliberadas de poder: mercado común, reglas armonizadas, política comercial integrada y, durante décadas, un anclaje estratégico externo. Incluso los Estados más celosos de su autonomía aceptaron límites a cambio de escala, seguridad y prosperidad. Publicitar hoy la renacionalización como recuperación de soberanía desdeña que, en un mundo de potencias continentales, la soberanía europea sólo puede ejercerse de forma compartida; o no se ejerce en absoluto.
La UE nunca ha sido una "Europa de las naciones", sino una Europa de los Estados. El protagonista es el Estado miembro, y la integración se ha sustentado precisamente en la transferencia pactada de competencias. Sustituir esa arquitectura por una retórica identitaria no apuntala a los Estados; los agota al privarlos de las vías que les permitían influir por encima de su tamaño relativo. Y una Europa desmigajada no es una Europa más democrática ni más libre, sino más frágil porque es más permeable. La renacionalización no devuelve control, sino que expone a cada Estado a presiones ajenas asimétricas, a divisiones internas explotables y a una irrelevancia que no es inocua.




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