9.8.07

Dia 2 de agosto

El dia empieza fino para ser el inicio de las vacaciones. El calentador, tras algunos avisos, ha dejado de funcionar. Asi que toca ducharse con agua fria. Llegamos a Barajas. Cola de turistas irreverentes para facturar. Salimos a Nueva York con Air France via Paris. Cuando uno se mentaliza para un vuelo transoceanico, la primera parte del viaje siempre se le hace corta. Llegamos, en hora, al Charles de Gaulle. Embarcamos alli en un 747, en la parte de arriba. Una gozada. Siempre me gustaron los aviones. Los aeropuertos me parecen una buena metafora del liberalismo: gente que realiza actividades en su propio provecho y sin meterse con nadie. Despegamos. Aprovecho el vuelo para devorar Mi vida, mi libertad, la autobiografia de Ayaan Hirsi Ali. Una delicia, ya les contare. La profusion de comida que ofrecen durante el vuelo, algun que otro sudoku y la conversacion hacen que el vuelo pase rapido.
Llegamos por fin al aeropuerto JFK. Los controles de seguridad no son tan terribles como nos habian pintado. Cogemos un taxi. El conductor es polaco. Es de noche ya. La pegajosa humedad de Nueva York. Musica melancolica polaca suena en el caset del coche. Bajamos por la 495 "Es la mejor vista de la ciudad" nos asegura el taxista desde su soledad. Impresiona ver Manhattan desde lejos. Sus rascacielos. Sus luces de colores. El sol difuminado en el horizonte. Llegamos al hotel, cerca de Broadway, al lado de Times Square y estamos ya reventados. Cenamos algo en un italiano grasiento y rapido. Vamos a dormir. La humedad se nos ha metido ya en los huesos. Aunque el hotel no es muy fino, la ubicacion es inmejorable. Esperamos soportar el jet lag lo mejor posible.
Aqui estamos, por fin en Nueva York. Y yo, no se porque, me acuerdo de un poema de Octavio Paz:

Verdes y negras espesuras, parajes pelados,
río vegetal en sí mismo anudado:
entre plomizos edificios transcurre sin moverse
y allá, donde la misma luz se vuelve duda
y la piedra quiere ser sombra, se disipa.
Central Park Don't cross Central Park at Night.
Cae el día, la noche se enciende,
Alechinsky traza un rectángulo imantado,
trampa de líneas, corral de tinta:
adentro hay una bestia caída
dos ojos y una rabia enroscada.
En Central Park. Don't cross Central Park at Night.
No hay puertas de entrada y salida,
encerrada en un anillo de luz
la bestia de yerba duerme con los ojos abiertos,
la luna desentierra navajas,
el agua de las sombras se ha vuelto un fuego verde.
En Central Park. Don't cross Central Park at Night.
El espejo es de piedra y la piedra ya es sombra,
hay dos ojos del color de la cólera,
un anillo de frío, un cinturón de sangre,
hay el viento que esparce los reflejos
de Alicia desmembrada en el estanque.
En Central Park. Don't cross Central Park at Night.
Abre los ojos: ya estás adentro de ti mismo,
en un barco de monosílabos navegas
por el estanque-espejo y desembarcas
en el muelle de Cobra: es un taxi amarillo
que te lleva al país de las llamas
a través de Central Park en la noche.
Don't cross Central Park at Night.




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