12.11.08

De las lenguas y de los hombres

Almuerzo en La Ancha de Zorrilla con ilustres comensales, entre ellos, el Señor Lord y el mítico Llorenç. En la mesa de al lado, medio grupo parlamentario de los nacionalistas incruentos vascos: Ercoreca Gervasio, Pedro Azpiazu y Beloqui Guerra. Y los tíos van y se tiran toda la comida hablando en erdera, y la mar de cómodos oye. Y yo pensaba que igual era por deferencia a un cuarto comensal, pero luego he visto que era del grupo parlamentario, y he pensado, joder que putada tener que hablar, en un entorno tan relajado como una comida entre amigos, en una lengua extraña, que es impropia para ti y que, a mayores, es la lengua del general Franco. He estado por levantarme y apenarme de ellos, pero al final me he contenido.

En fin, hablando de lenguas, menudo viaje de The Economist a los políticos periféricos de aldea y campanario. Así se han ofendido los tíos. Una buena ocasión para observar el concepto que el nacionalismo tiene de la libertad de expresión.

 

PS: Corporativismo atroz.

 

PD: "Josep Vergés, en uso de su perfecto derecho, vendió Destino a un engreído, de gran ambición política, llamado Jordi Pujol, de la Banca Catalana. Este señor, riquísimo, que primero propugnó para este país la implantación del socialismo sueco –en este país los suecos son escasos- y después ha demostrado tener una ambición desmesurada y pública, propia del típico político ignorante […]"

Citado por Caballé, Ana en Francisco Umbral, el frío de una vida. Espasa, Barcelona, 2004. Página 272

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Se disculpará 'The Economist' como exige la Generalidad? ¿Prohibirán que se venda en Cataluña? Todo puede pasar. Cada vez se pone más interesante y dramático esto del nacionalismo.

Unknown dijo...

Cataluña, en su pecado lleva la penitencia, que no será otra que la ruina económica.
Se acabaron los tiempos de los 250.000 trabajadores castellano parlantes en Cornellá y Espluges trabajando para la Nissan y la Seat (montadas en el Franquismo, la primera en 1954 y la segunda en 1950).
Los que residían en Badalona e iban a trabajar al Maresme.
Se acabó amigos, se acabó.
Se acabaron los camareros gallegos, los taxistas zamoranos, las asistentas de pueblo.
Sigan mirándose el ombligo.