14.11.08

El silencio de los corderos en versión norteña

Heroico papelón el de algunos futbolistas vascos, firmando un manifiesto en la órbita lingüística y cultural del nacionalismo cruento. Redactado por cierto en una lengua que apenas entienden, desde hace siglos, menos de la mitad de los vascos (entre ellos varios de los firmantes). Heroico papelón el de los que nunca se han manifestado contra el proyecto totalitario de convivencia establecido por el nacionalismo para el País Vasco, Navarra, y una parte del sur de Francia. A veces uno piensa que ojalá tengan algún día la Euskal Herría con la que sueñan. Lo que nos íbamos a reír desde España observando el devenir de aquel nuevo Jianxi…

Enlazo esto con lo que denunciaba el otro día un tal Ziarreta, de gira por Europa, boina en mano y amenaza en ristre, en relación a la baja calidad democrática del Estado español. No puedo estar más de acuerdo. Como quiera que el gobierno vasco también es Estado español, no hay más que ver un territorio de ese Estado en el que es la oposición la que va con escolta. Un territorio en el que la fuerza política que gana los últimos comicios tiene que tener guardias de seguridad en sus sedes sociales y las puertas acorazadas porque no paran de atacárselas ante la indiferencia culpable de una parte de la sociedad. Un territorio en el que la tercera fuerza política no puede siquiera tener sedes sociales abiertas, a las que la gente vaya a tomarse un vino, porque sus militantes no se atreven a ir a ellas.

¿Es a  esto a lo que te refieres, Ziarreta, cuando hablas de la baja calidad democrática?

Y luego me pregunto, ¿tienen algo que decir a este respecto los futbolistas vascos?

 

PS: El Jianxi rojo [sede del primer Estado comunista chino] perdió medio millón de habitantes […]. Puesto que escaparon muy pocas personas, puede decirse que, en conjunto, en la base de Ruijin y durante el periodo mencionado  murieron unas 700.000 personas. Muchas de ellas fueron asesinadas –“bajo la acusación de ser asesinos de clase”-, o condenadas a trabajos forzados que les causaron la muerte, o se suicidaron, o fueron víctimas de algún tipo de muerte temprana atribuible al régimen.

Chang, Jung y Halliday, J: Mao. La historia desconocida. Taurus, Madrid, 2006. Páginas 146-147

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