19.9.09

Fútbol de base...

No sé porqué la gente se gasta una pasta yendo a ver partidos del Madrid o del Barsa, con lo bien que están los partidos en esos campos de dios. El caso es que caía la tarde, en Antena 3 daban una de esas de los sábados de antena 3 de sobremesa y no llovía. El caso es que la casa de mi suegra (la señora madre de Jimena, como los lectores más sagaces habrán podido adivinar) queda muy cerca de la ciudad deportiva de Zamora. Y el caso que, a primera hora de la tarde, cuando devolvimos la bici allí, puede ver que había partido de tercera y decidí abandonar el hogar familiar para ver un poco de fútbol. Quizá ello soprenda al desocupado lector. No soy muy futbolero (debería decir, en realidad, que ya no soy muy futbolero); no veo partidos por la tele y sólo vamos al campo cuando el Español va a Madrid (el periquismo de Jimena) o cuando estoy por Zamora y hay algún partido, pero me sigue gustando el ambiente en los campos: esa estética que se gasta el fútbol semiprofesional y que permite leer todo un tratado de sociología de las masas pagando apenas cinco euros.
Jugaban (¿?) el Villaralbo y el Astorga. Al salir al campo, los jugadores del Astorga lo hacen con varias cajas de los afamados mantecados de la ciudad maragata y empiezan a lanzarlos a los poco más de doscientos espectadores que estamos en las gradas. Tiene patrocinador nuevo y eso se nota. Lo que es la tercera española, coño, son los jugadores los que regalan cosas a los aficionados.
El caso es que el partido no empieza. Los jugadores empiezan a hacer rondos en el medio del campo. De repente, alguien que parece ser el delegado del Villaralbo le dice aun tipo que está sentado dos o tres asientos más allá que no hay banderines y que hay que acercarse "a casa" a por ellos. Toma ya

¿El resultado? Ganó el Villaralbo tres cero, pero el resultado final fue bastante engañoso. Un uno cero, o un empate, hubiera sido más justo.

Por cierto que almorzamos en el Parador. Un servicio amable, un jefe de sala competente cuando le pedí que me cambiara el vino (se le había ido el corcho) y un menú bien cocinado. Otra cosa son las polémicas sobre el nombramiento del Director. En todas partes, también en los sociatas zamoranas, cuecen habas, porque ya se sabe que una cosa es predicar y otra...


PS: "La disolución de la responsabilidad individual en el grupo forma parte del pensamiento reaccionario en cualquiera de sus modalidades, y no es extraño que a los militantes etarras se les proporcione, ya desde niños, esta coartada moral".
Espada, Arcadi: El terrorismo y sus etiquetas. Espasa, Madrid, 2007. Página 61.

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