27.5.11

Ayer en Sevilla, mañana con el amigo Jorge en la Puebla

Estábamos en Sevilla. El clima me respetaba. La ciudad. Su río. Una parte de mi memoria de juventud. Aquella Expo. Aquella victoria de Blair. Aquella botellona. La ciudad que sí me dejó. Esta vez había un hueco. Y un funcionario erudito. Gracias a Dios, queda alguno. Así que por fin pude entrar en el Palacio de San Telmo.

Una metáfora en sí mismo de una ciudad que pasó del poder de los comerciantes al de los aristócratas y de ahí al de los funcionarios. El paso de la libertad a la decadencia. Creado como Universidad de Mercaderes, qué hermoso nombre, vive Dios, para una Universidad. Cuando Sevilla era comercio y desde allí se gobernaba el orbe. A mediados del XIX fue adquirido por aquel conspirado irredento que, casado con Luisa Fernanda de Borbón, hija de Rey y hermana de Reina, siempre soñó con el trono español. Aquel conspirador del que Galdós decía que fue “un político de talento”. El hombre con el que había que haber casado a Isabel, la de los tristes destinos. El hombre que pudo haberlo cambiado todo. El hombre que era recto administrador. El hombre que financió la conspiración para echar del trono a sus cuñados. El hombre que arruinó sus posibilidades, reales, de ascender al trono tras la revolución del sesenta y ocho por matar en duelo al hermano del rey depuesto, Francisco de Asís. Un duelo, en aquella España de 1870, entre un francés casado con española y un español educado en la Francia. El hombre que quizá ordenó la muerte de Prim, quien sabe. Aquel gran magnicidio, aún sin aclarar. El hombre desterrado de nuevo por negarse a jurar lealtad al nuevo rey, un Saboya, un advenedizo italiano. El hombre, en fin, que fue padre de María de las Mercedes, aquel loco amor de un Rey que acabó en tragedia.

Aquel hombre, digo, fue Antonio de Orleans, el Duque de Montpensier. Su palacio, el de San Telmo. El placer de pasear por casi cincuenta años de la apasionante historia de España. Aquel Palacio cuyos jardines privados eran lo que hoy es el Parque de María Luisa. Después no hubo mucho. Seminario durante gran parte del XX; el Palacio fue cedido en 1989 a la Junta y hoy es la sede de la presidencia del cacicato autonómico.

De Universidad de Mercaderes a sede de un gobierno autonómico. Una metáfora de lo que Sevilla fue. Y de lo que nunca será ya.

PS: el amigo Jorge, seguidor de esta bitácora, presenta mañana en el Parador de la Puebla de Sanabria, sabiamente dirigido por Juanjo Asensio, su libro Cuba más allá de Fidel, del que ya tuvimos ocasión de hablar aquí… Si están por la mi tierra senabresa, no dejen de acercarse.

No hay comentarios: