5.12.11

De lunes desde mi ventana...

Es lunes. Hace frío. Me levanto cuando amanece. En el oeste, la luz está hecha de otra pasta. No hay nada igual, la verdad. Aprender a ver la luz. Cuántas cosas nos quedan por aprender. Cuántas cosas en las que no nos fijaríamos nunca si no tuviéramos cerca a alguien que se preocupara porque supiéramos mirarlas. Siempre que estoy en casa, y siempre que estoy solo, como hoy, recuerdo una noche de invierno, hace muchos años, con mi abuelo sujetando mi mano y ayudándome a escribir el número cinco. Con delicadeza. Con dulzura. Son los pequeños gestos los que nos hacen personas. Nosotros, tan gesteros, como escribió Claudio Rodríguez. Esa mano acariciando una cara: contigo todo es tan fácil. Esas manitas de una niña de cuatro años poniéndose sola el abrigo, con delicadeza, enseñándome a hacerlo para que me fije mientras salimos de la Casa del libro.

Sólo se es humano desde la ternura.

Todo lo demás son bobadas.

Hablando de bobadas. Es hora de desayunar. Que si es lunes, hoy toca Mercado, claro.

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