25.1.12

Maneras de perder el tiempo

La reforma laboral, que va y viene. Eterna. Nunca he entendido bien cómo funciona el mercado laboral, la verdad, y ya me vale, después de más de cinco años dedicados al tema. Creo que los economistas intentan colarnos siempre de matute sesudas explicaciones que sólo reflejan sus propias limitaciones de conocimiento. A mayores, siempre me ha fascinado ese extraño poder de decisión que tienen los denominados agentes sociales: garantizo la paz si me dejas meter la mano en la caja y regularme a mí mismo: el sueño de la mafia consagrado por la Constitución. Aún recuerdo la cara de Arenas, ese chico, celebrando como un triunfo todos los acuerdos a los que llegaban y él ratificaba. La pregunta ingenua era: y a vosotros, ¿para qué os hemos votado entonces? Si ver a Chacón embarazada al mando de Defensa era la imagen más evidente de que ya no necesitábamos ese ministerio, las fotos de Arenas sonriente mostraban ya de qué manera su ministerio había caído en la más completa dejación de funciones. Cuando los dos actores que protagonizan el status quo han de cambiarlo, no tienen ningún incentivo para ello. Ahora el gobierno vuelve a darles la oportunidad. Como si diera miedo ejercer aquello para lo que te han votado los electores. Miramos hacia atrás y vemos que el Decreto que lanzó Aznar en 2002 era necesario, por más que los quinquis lo llamaran decretazo: el sistema necesita trabajadores ocupados para cubrir la prestación por desempleo. El sistema necesita más dureza con el fraude, y necesita, para funcionar, que el ciudadano entienda que la prestación por desempleo ha de ser un último y transitorio recurso, no una forma cómoda de garantizarse una renta. Tantas fotos bobas de Arenas cuando era ministro, tantas fotos bobas del tal Caldera. Esa manera tan española de trabajar sin pegar ni golpe, haciendo dejación absoluta de todo, mientras se lleva uno el palillo a la boca.

Tanto tiempo perdido.



PS: tras la radiografía, análisis.

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