12.6.13

Entre los hechos y la leyenda...

Acabé En nombre de Franco, el último ensayo de Arcadi Espada. Un libro magnífico. Seco. Sin concesiones para el adjetivo. Cuando uno se pone de frente ante la búsqueda de la verdad, el trabajo consiste en ir separando el grano de la paja. Y en entender que la vida no sigue el relato que a todos nos hubiera gustado. La historia es conocida: un diplomático español, Ángel Sanz Briz, salva a varios centenares de miembros de la comunidad judía de Budapest expidiendo pasaportes españoles. La historia oficial habla de un tal Perlasca y reseña que Sanz hizo lo que pudo, siempre de espaldas a su gobierno, hasta que se largó de una ciudad enloquecida gobernada por los fascistas (estos sí eran fascistas, y no los niñatos comandados por el hijo del II Marqués de Estella) de la Cruz Flechada.

Pero los hechos apuntan hacia otro lugar. Espada habla de una política de Estado: los nazis van a perder y la dictadura necesita aliados internacionales ante el final de la guerra. Sanz Briz y la gente que estaba con él (Zoltán Farkas y Elisabeth Tourné) se comportaron como auténticos héroes ante las alimañas húngaras nazis. Algunos de los conceptos que se manejan en el libro son ásperos para la memoria actual, tan amante de lo políticamente correcto: Sanz Briz sabía bien de qué iba lo de los refugios en las “casas de las legaciones” porque tenía el recuerdo de las muchas que hubo en el Madrid republicano para huir de la furia del Frente Popular. También es áspero entender que la primera voz de alarma ante el Holocausto la diera un alto funcionario franquista, el embajador español nada menos que en Berlín, Ginés Vidal, quien escribió a Madrid en el verano del 43 para contarle al gobierno lo que estaba pasando en Treblinka.


Es duro enfrentarse a la leyenda. Pero sólo gracias a esas batallas podemos transformar el mito en conocimiento... 

1 comentario:

JFM dijo...

Se puede alegar que la luz verde a Sanz Briz fuese debida a un calculo puramente interesado por parte de Franco y no hubiese ninguna consideracion humanitaria. Se puede. Lo que es ridiculo y procedente del pensamiento politicamente correcto que consiste en negarle a Franco y a su gobierno el pan y la sal es alegar que Sanchez Briz lo hiciese de espaldas y contra la voluntad de sus superiores y del gobierno ya que revocarlo e informar a los alemanes que ya no estaba acreditado era cuestion de un par de llamadas telefonicas y el gobierno no lo hizo