26.6.13

Cine y literatura... ¿acaso no es lo mismo?

Una de clásicos. Me puse, al fin, con las sandalias del pescador. La había leído de joven, interno, en Peñafiel. Aquellos años. Aquellos libros que me dejaba el hijo de Contemplación un hombre, ya lo dije, de otra pasta. Una película hermosa, algo ajada ya por el paso del tiempo, pero con la suficiente carga de dignidad como para permitir una nueva visión, tantos años después. Está magnífico Quinn, en el papel del Cardenal Lakota que se come toda la pantalla, como magnífico está Mi general de la rovere. La intriga de la alta política del Vaticano y la descripción de los momentos vinculados a un cónclave. Hermosos años sesenta. Años de libertad, de crecimientos, de espacios abiertos. Años para imaginar, la construcción de nuestra vida en clave cultural procede de la literatura, a Max Costa, caneado, y a Meche Insunza, hermosa en su plenitud, recordar los años en los que, a oscuras, a escondidas, fueron felices. Aquella Italia, aquellos años, los sesenta, donde su hizo realidad aquel deseo de Conrad con el que Pérez Reverte abre el libro, cuando señala que “Y, sin embargo, una mujer como usted y un hombre como yo no coinciden a menudo sobre la tierra”...

Qué cosas...


PS: días decisivos. 

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