25.7.13

Coherencia, dicen

Hay gente que ve con simpatía a Izquierda Unida. Yo mismo, en ocasiones, será  que tengo varios amigos allí liados. De lejos, siempre me han parecido un poco una mezcla del ejército de Pancho Villa y la Cheka de Bellas Artes: cualquier organización política en la que figure el Partido Comunista al fondo siempre será, para mí, algo profundamente repugnante. No puedo evitarlo y supongo que hay que haber estudiado en Facultad para entender lo que significa ser anticomunista...

El caso es que la gente que los ve con simpatía, aplaude su coherencia. En realidad, me temo que su coherencia está más relacionada con su falta de poder que con sus principios. Ahí tenemos el caso del tal Griñán. Sin dejar de impartir lecciones de ética en medio del fango de los eres, llegó por un dedazo, perdió las elecciones y ahora se va dejando dedazo. Ante la misma razón, había que escuchar a la gente de Izquierda Unida en Madrid cuando Alberto Ruiz dejó a la mujer de Aznar de alcaldesa o la tal Aguirre puso al del chalé en Marbella de Presidente sin pasar por las urnas.

Ahora, los escucha uno rechazar la necesidad de nuevas elecciones en Andalucía y no puede evitar una sonrisa ante lo entrañable del contenido: menos de un año después, como ahora están en el gobierno, aplican sin disimulo aquella frase de Groucho Marx: estos son mis principios,y si no les gustan, tengo otros...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sería interesante, si no lo hay ya, que hicieran también un libro sobre las muertes del fascismo. Sin ir más lejos, los 200,000 españoles que murieron en la hambruna que duró del final de la guerra civil, hasta el 45, gracias a la nefasta política del Franquismo y su implementación,

Pero esta claro lo de siempre, que normalmente todos los extremos son nefastos.
Tono

El Perdíu dijo...

Bueno, hay mucho que discutir en la consideración de fascista de la dictadura del General Franco. Pero incluso sin entrar en ese detalle, el partido heredero y reivindicativo de su legado, la Falange, es un grupúsculo marginal hoy en la vida política española. Afortunadamente. Y en cualquier caso, en efecto, cualquier extremo que niegue la pluralidad es repugnante...