Descubría el otro día en Rima Interna, el blog de Martín López-Vega en El Cultural, al poeta bosnio Izet Sarajlic. El poema "Una calle para mi nombre".
Paseo por la ciudad de nuestra juventud
y busco una calle para mi nombre.
Las calles grandes, ruidosas,
se las dejo a los grandes, ruidosos, de la
historia.
¿Qué hacía yo mientras se hacía la historia?
Sencillamente te amaba.
Busco una calle pequeña, una calle
cualquiera,
por la que, sin llamar la atención de nadie,
podamos pasear incluso después de muertos.
No hace falta que tenga mucho verde,
ni árboles, ni pájaros propios.
Lo importante es que en ella un perseguido,
sea hombre o perro, pueda hallar refugio.
Sería maravilloso que estuviera empedrada
pero tampoco es lo que importa.
Lo más importante
es que en la calle que lleve mi nombre
no
le suceda nunca a nadie una desgracia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario