Sobrecogido por la tragedia del tren en Santiago. Una línea que cogí hace dos o tres semanas. La mejor forma de hacer el camino entre Senabria y Madrid. Sobrecoge la fatalidad de la muerte, que nos espera en forma de accidente cuando nadie la ha llamado. Cuando nadie la espera. Van como por ochenta muertos. Y en cada muerto hay una vida que se trunca. Una persona muere muchas veces: muere como hijo, muere como hermano, muere como novio o marido, muere como padre, muere como abuelo, muere como amigo, como compañero de trabajo, como vecino...
Tantas muertes en cada vida. Unas muertes que, como nos dejó escrito el Cholo Vallejo: "Abren zanjas oscuras / en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte".
Que la tierra les sea leve a todos. Y que entre todos podamos padecer con las personas que nunca olvidarán su ausencia...
PS: al fondo, la miseria, pero no me apetece hablar de eso...
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