29.2.16

Aquella vieja superioridad

Uno de los grandes problemas de la convivencia en libertad es el afán de aplicar criterios morales rigoristas a las discrepancias que hay entre las personas.

El otro no es un criminal. Ni un demente. El otro piensa diferente. Y en un estado de derecho, siempre dentro del respeto de todos a la ley y las minorías, su opinión ha de ser tenida en cuenta. 

El problema es cuando una parte se cree arrogantemente superior a la otra.

No se pierdan la reflexión el otro día de Benito Arruñada a este respecto.


PS: floja la nueva temporada de Expediente X...


1 comentario:

José García Palacios dijo...

Me ha gustado mucho. Me lo llevo a Twitter (y, por extensión, a Facebook). Un saludo.