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25.11.14

Palabra de Antonio Elorza: muertos buenos y muertos malos

Aseguraba el otro día en El País el profesor Elorza, una autoridad en la materia, que no había un buen comunismo soviético y uno malo:

"La apertura de archivos desde la caída de la URSS vino a modificar una importante imagen tradicional, según la cual existiría un buen comunismo soviético, el de Lenin, cuya brutalidad era justificada por la guerra civil, y luego la degeneración tiránica y criminal de Stalin, saco de los golpes desde el XX Congreso (1956). Hoy sabemos que el terror de Stalin, con sus prácticas genocidas, se encuentra ya en Lenin, como instrumento de gobierno, lo mismo que el rechazo tajante de la democracia."

De fondo, la tesis publicada ya hace muchos años sobre la bula de la que goza el comunismo en el imaginario colectivo:

"A pesar del Gulag, de los millones de muertos en el salto adelante maoísta y de los jemeres rojos, la memoria del comunismo, movimiento totalitario puro y duro, se ha salvado de la condena global que recayera sobre nazismo y fascismo. Es algo peligroso por la facilidad con que su componente de violencia represiva reaparece en los movimientos radicales posteriores".

No se lo pierda, lector. 


28.4.14

Imágenes perdidas en forma de cine del bueno

A veces, el buen cine pasa desapercibido. Se distribuye de manera escasa y la falta de doblaje ahuyenta al gran público. Una lástima. Ahí tenemos La imagen perdida, una reflexión serena, sin alzar la voz, sobre una de las grandes catástrofes del siglo XX: el genocidio que los comunistas camboyanos, dirigidos por el comunista educado en Francia Saloth Sar (Pol Pot) perpetraron contra su propio pueblo entre 1975 y 1977. Dirigida por Rithy Panh, la obra es cine del bueno, pleno de metáforas narradas en una atmósfera de poesía visual que se va construyendo a través de las pequeñas figuritas de barro que se articulan como el hilo conductor de una historia en la que se aborda la locura maoista del Jemer Rojo. Panh era un joven camboyano al que le tocó sufrir el horror de la Kampuchea Democrática y su intento de crear un hombre nuevoY vivió, pero no para olvidar, sino para contarlo. Y nos lo cuenta intercalando imágenes de vídeo de la época con teatralizaciones a través de los muñecos de todo lo que ocurrió. 



Una película hermosa, aún dentro del horror de lo que narra. Quizá especialmente para los que fuimos jóvenes a finales de los setenta. Era nuestro mundo. Un mundo que podemos ver en las imágenes que Panh intercala, en las que aparecen personas vestidas como nuestros padres en la época: personas que bailan, que leen, que conversan, que aman...Y mientras nosotros crecíamos, en otro lugar del planeta personas como nosotros eran masacradas en nombre de la ideología comunista, con la sonrisa cómplice de la izquierda europea. Para que luego vengan aquí a explicarnos lo de la vuelta al campo y el decrecimiento, no te jode...

No debería perdérsela, desocupado lector...

24.4.13

Nepal como metáfora de la colonización


Aborda también Robert D Kaplan en Por tierra mar y aire el caso de Nepal. E introduce algunas reflexiones que solemos apartar de un manotazo cuando las vemos pero que están ahí, nos gusten o no. Por ejemplo, en qué medida la ausencia de colonización había condenado al caos a Nepal, un país que existía solo sobre el papel y en que los problemas de la mala estructuración de su ejército (suboficiales sin formación y sin autoridad, mantenimiento de clases sociales dentro de las fuerzas armadas…) se sumaban al manejo postmoderno de la guerra que hacían los guerrilleros maoístas. 

La reflexión, en fin, de en qué medida algunos de los problemas de lugares como Afganistán o el Yemen no se deben tanto al colonialismo como a su  ausencia.

Ya sé que es inquitetante. Pero es que la vida suele serlo.