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5.9.21

Identidades y tal

Todas las identidades colectivas son creaciones culturales. Todas. Reminiscencias de un mundo de aldea en las que todos nos conocíamos y todos éramos uno. Y más jóvenes, claro. el otro día llegué a esto sobre lo que pasa con una cocina nacional cuando un país desaparece, a cuenta de lo que se dio en llamar la cocina yugoslava...  

20.6.20

Cines y tal

Nos pusimos con la última de Woody Allen, Un día de lluvia en Nueva York, otra comedia marca de la casa: ligera, agradable y hermosa: grandes vistas sobre Central Park, el azar de la vida, la lluvia y la ciudad. Buen cine, con guiños a Gatsby y actores que no tenía en el radar, como la tejana Selena Gómez.



Nos pusimos también con un thriller español, El silencio de la ciudad blanca, de Daniel Calparsoro. Bien rodado, con un guion algo confuso pero en general notable. Y muy bueno Sito Miñanco en el papel de Unai:



Empezamos también la británica Line of duty, un par de capítulos, muy buena de momento. Aroma a The Wire en Birmingham, veremos cómo evoluciona...


Me puse también con Hermanos y Enemigos, un documental sobre la amistad y posterior enfrentamiento entre dos mitos, dos colosos de mi juventud, Drazen y Vlade. Tan hermoso como triste, cómo la política a través de los poetas, envenena a los hombres.
 

8.9.15

Una de las claves

Ya lo he contado alguna vez. En algún sitio. Yo llegué a los estudios del nacionalismo después de devorarme el Auto de terminación. Allí empecé a aprender. Y allí empecé a ser, en estos temas, el que soy. No se puede combatir un nacionalismo desde otro. Todos son mentira. Y todos llevan dentro de sí el germen de la violencia. Una idea que se me quedó grabada en aquella época: las identidades personales, individuales o colectivas, están mejor protegidas en Estados democráticos compuestos que en Estados democráticos homogéneos. Un suponer: es más fácil ser sueco en Finlandia, que ruso en Estonia. Es mucho más sencillo ser gallego en España que ser español en una Galicia ceibe.  Como en el fondo era más sencillo ser croata en Yugoslavia hace treinta años que serlo en Serbia hoy.

Por eso me quedé fascinado con el párrafo de la carta del tal Mas a los pobres ciudadanos del Estado español.


"En este nuevo país que queremos se podrá vivir como español sin ningún problema, mientras que ahora es casi imposible ser catalán en el Estado español." 





Es una de las más peligrosas, y flagrantes, mentiras de su texto. Es mucho más fácil ser hoy catalán en esta España de lo que sería ser español en una hipotética Cataluña independiente. 

18.11.14

Kaplan y el monzón (IV)

Nos enseñaron a ver el Pakistán como una unidad. No lo es; nunca lo fue. Es una construcción cultural, como bien señala Robert Kaplan en su imprescindible Monzón. Otra de tantas. Dentro de ella yace el Beluchistán, quizá la única tierra en la que hubiera sido posible el sueño de Jinnah de país plural y abierto para los musulmanes del subcontinente Indio. Aquel sueño es hoy es la pesadilla de una Yugoslavia con bombas nucleares. Y nadie sabe como acabará: quizá el fin del mundo empiece allí. Un país que ha complicado hasta lo indecible el avispero afgano, ya que el apoyo que el Estado pakistaní dio a los talibanes era visto por su élite militar, representada por el general Babar como una forma de aplacar el caos en el que Afganistán se sumió a la salida de la Unión Soviética.

Al final, considera Kaplan, la doble consideración de ineficaz e ilegítimo que muchos ciudadanos hacen del Estado pakistaní, dificulta la evolución del sueño de Jinnah y quizá Pakistán no sea más que una creación temporal que ya fue amputada en 1971 y que quizá desaparezca en breve. 

El problema está en qué autoridad sustituirá a la del decadente Estado actual... 

12.7.12

Cerrando el libro


El invierno mediterráneo de Kaplan finaliza con interesantes reflexiones más al este. Sobre Dalmacia y la política de la zona: pese al paleto intento croata, Split es una ciudad mediterránea, al igual que Barcelona siempre será más mediterránea que de la ceba, lo mismo que Ragusa es una ciudad veneciana al otro lado del mar. El nacionalismo, siempre tan hostil, siempre tan melancólico. Reflexiones sobre Esparta, nuestra vieja enemiga, y sobre sobre el pasado griego, superviviente en la península de Morea durante siglos, más en concreto en Mistra. Quizá no quede nada de aquella Hélade en el país que hoy todos llamamos Grecia, pero nuestro mundo procede de aquella memoria

Y mientras cierro el libro pienso en lo que supone ser un viajero. Ir más allá de lo que nos ofrece el paisaje. Entender lo que vemos, incluso dentro del caos. Descubrir esas grandes regiones urbanas que acabarán configurando los escenarios de poder dentro de cincuenta o cien años. Descubrir que el arte griego está relacionado con su paisaje, como el maya lo está con el suyo. Y que sin espacios abiertos quizá no hubiéramos descubierto nunca el individuo. Cuando cerramos los libros somos un poco más viejos. Y tenemos más dudas. Pero también, si hemos aprovechado la lectura, somos más hombres. En el sentido literal de la palabra.

Un gran libro. No acabo de entender cómo no se reeditan los viajes de Kaplan. Tienen tanto que enseñarnos...



PS: Mientras la cercana Eslovenia se reúne con la Europa Central, Dalmacia está regresando al seno de la Gran Italia, ahora una taxonomía cultural tan solo debido a la inexorable inmersión del Estado italiano en la Unión Europea.
Kaplan, Robert D.: Invierno mediterráneo. Un viaje por Túnez, Sicilia, Dalmacia y Grecia. Barcelona, Ediciones B, 2004. Pág. 184

6.2.11

Cine. Cuatro

Otra peli que quise ir a ver en su momento. Y que no vi. En tierra de nadie, un drama que ganó un oscar: un bosnio y un serbio quedan atrapados en una trinchera en la última (por ahora) guerra de los Balcanes. Recuerdo que yo era aún un joven irredento y me perdía con aquel conflicto: ¿Por qué luchaban? ¿Quiénes eran los buenos?, ¿quiénes los malos? Mucha gente hizo dinero con aquello. Y Europa, esa nulidad, se retrató, otra vez. Nunca entendí nada, la verdad, aunque luego llegó Kaplan y sus fantasmas balcánicos me ayudaron a empezar a comprender. La lectura como un bastón que nos ayuda a abrirnos paso en la vida. Una guerra, otra más, que estalló gracias a la manipulación de la memoria.

Volviendo a la peli. Buen cine. Del que reparte estopa para todos los lados. Ni buenos muy buenos ni malos muy malos. La necesidad de sobrevivir. El papelón de los cascos azules, siempre tan ajenos a todo, en la línea del inolvidable Bono y su “prefiero que me maten a matar yo”. El papel de los medios de comunicación, cómo olvidar a Márquez intentando filmar la voladura del puente de Mostar. Los traficantes de armas. Y al final, los soldados, la carne de cañón, endurecida a veces por el odio pero, casi siempre, pobres peleles que van al sacrificio sin entender bien porqué…

El final es espectacular. Y duro. No se lo pierdan. No se la pierdan.


PD: Todavía tengo la otra película encima de la mesa. Esperando. Qué semana más rara. Qué delgada línea separa una cosa de otra. Y el silencio, ese maldito silencio.


PS: En 1985 […] Djilas ni se inmutó: -Verá usted como Gorbachov será sólo otro personaje de transición. Llevará a cabo importantes reformas y, hasta cierto punto, introducirá una economía de mercado, pero entonces saldrá a la luz la verdadera crisis del sistema y Europa oriental irá dividiéndose cada vez más.

-¿Y qué me dice de Yugoslavia?-, le pregunté.

Su sonrisa fue malvada.

-Como Líbano. Espere y lo verá.

Kaplan, Robert D.: Fantasmas balcánicos.Viaje a los orígenes del conflicto de Bosnia y Kosovo. Barcelona, Ediciones B, 2005. Página 144