16.12.05

Reflexiones (de andar por casa) en convalecencia

Hay algunos párrafos que me acompañan desde hace años. Los tengo por ahí, medio tirados, escritos a mano, copiados de su original cuando éste me ha impactado. Estás todos el día en casa, recuperándote y aprovechas para abrir viejas carpetas. Aquí va uno de ellos:

Creo que a Arteta, como a mí, no le mueve tanto la esperanza como un cierto sentido -trasnochado- del mejor individualismo. Es decir, de ese individualismo que se ya se bate en retirada, pero, al menos, se bate. Como Auden, Arteta y yo creemos que la única tarea del pensamiento y de la literatura consiste en la creación de una identidad individual frente a las presiones del medio, que solamente consiente identidades colectivas, las que vienen dadas por los determinismos culturales y sociológicos de origen. Es, por supuesto, una tarea destinada al fracaso. Freud, al que Auden profesaba auténtica devoción, observaba que el individuo va construyéndose a sí mismo con esfuerzo -poniendo yo donde antes sólo había ello-, para caer finalmente derrotado frente a la especie; uno se mira un día cualquiera en el espejo y ve el rostro de su padre. A partir de ese momento, puede dar la batalla por perdida. Y ese momento nos llega a todos, inevitablemente. Pero sólo en la lucha por la propia identidad puede brotar la poesía, como quería Auden. O el pensamiento..."
Del prólogo de Jon Juaristi al libro de Aurelio Arteta: Fe de Horrores.

PD: Me parece un texto magnífico. No sé si mis improbables lectores compartirán esta opinión.

2 comentarios:

test dijo...

Realmente lo es. Aunque yo añadiría, en plan optimista: algunos sí consiguen no dejarse vencer por la especie durante su vida. A ésos es a los que tenemos que admirar.a

B. Llamero dijo...

La cuestión es, creo yo, no tanto cómo evitar que la especie te cambie o te integre, cuanto que tu, individuo ferozmente libre, seas capaz de cambiar a tu especie, por utópico e irreal que suene.

Del comentario posterior, sobre la siempre invención fantástica de los nacionalismos, nada que añadir. Salvo repetir lo que respondo a quienes a menudo me acusan de ser un escritor de fantasías: ¿acaso sabe alguien lo que es la realidad o dónde están sus límites?