29.6.07

Educación para la ciudadanía (III)

Hablemos ahora de las respuestas suscitadas por la asignatura. Tengo una sensación ambivalente ante la llamada a la objeción de conciencia. Por un lado, creo que las normas están para cumplirlas, y que la forma de impugnar una ley pasa por conseguir una mayoría parlamentaria y cambiarla en las Cortes. No me gusta que la gente diga “esta ley la cumplo, pero esta no”, un poco como llevan haciendo años los nacionalistas vascos y catalanes con algunas normas de ámbito nacional.


Por otro lado, y casi más como politólogo que como ciudadano, me fascina ver cómo, de vez en cuando, surgen movimientos desde la sociedad civil que impugnan normativa estatal y, a veces, se acaban saliendo con la suya. En ese delicado equilibrio de actores que constituye la escena pública, la aparición de ciudadanos organizados supone una buena noticia y permite evitar que el poder, sea cual sea, se confíe en exceso. Sobre todo porque, además, se suelen acabar saliendo con la suya. Pese a las amenazas de la señora esta tan aficionada a los viajes, es evidente que si cien mil jóvenes no cursan la asignatura, no se van a quedar sin título por ello. Veremos a ver quien gana la pugna.


En fin, gran parte de los que no entienden porqué muchas personas se niegan a que sus hijos reciban esta asignatura, probablemente no han oído hablar nunca de la distinción que Weber hacía entre ética de las convicciones y ética de la responsabilidad. Y acaso piensen que Ortega y Gasset eran un dúo de humoristas del franquismo.



Cita del viernes:

Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre que acontece. Porque ellas nos ponen delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ellas "vivimos, nos movemos y somos". Por lo mismo, no solemos tener conciencia expresa de ellas, no las pensamos, sino que actúan latentes, como implicaciones de cuanto expresamente hacemos o pensamos. Cuando creemos de verdad en una cosa no tenemos la "idea" de esa cosa, sino que simplemente "contamos con ella".

En cambio, las ideas, es decir, los pensamientos que tenemos sobre las cosas, sean originales o recibidos, no poseen en nuestra vida valor de realidad. Actúan en ella precisamente como pensamientos nuestros y sólo como tales. Esto significa que toda nuestra "vida intelectual" es secundaria a nuestra vida real o auténtica y representa a ésta sólo una dimensión virtual o imaginaria.

José Ortega y Gasset, Ideas y creencias. (Obras Completas, vol. V, Alianza Editorial)

1 comentario:

ciudadanosdelreino dijo...

se equivocan los que piensan que la dictadura mas peligrosa es la de las armas o el terror. La dictadura peor es la que nace de la manipulacion de la educacion....vease el Pais Vasco o Cataluña....
Pienso que esta asignatura no es mas que meter ideas en la cabeza a los niños para que las generaciones posteriores vean como normales esas ideas inculcadas.
PD: La verdad os hará libres!!