6.5.08

Sociología del bar

Una última reflexión sanabresa habida cuenta del puente de mayo. El bar. El bar como espacio de socialización. No sé si también en los ambientes urbanos, pero desde luego en los rurales lo es. El momento de verse. El momento de contar, el momento de escuchar. Algunas horas fijas, la última de la mañana, antes de comer, para tomar el aperitivo. La primera hora de la tarde, para el café. Después de cenar, para la copa. No hay que quedar con nadie. Uno baja y ya sabe qué habrá gente con la que conversar.
El bar tiene sus reglas, y no siempre es fácil entenderlas. Por ejemplo a la hora de pagar. No es correcto pagar lo que uno ha tomado. No. Se paga al menos una ronda. Si bebes menos, pues te jodes. Tampoco es bueno hacer un derroche excesivo y pagar varias rondas. Hay que encontrar el punto justo. El problema es si uno se va antes de que el bar se disuelva.
A primera hora de la tarde hay más reglas. Porque llegan las cartas. Si uno baja con idea de jugar, al mus por ejemplo, lo mejor es que no muestre mucho interés. Está mal visto ir con prisa, llegar y sentarse en la mesa. Es bueno, incluso, fingir cierto desapego cuando a uno lo invitan a jugar. Los de fuera se quedan a cargo del tabaco. Los de dentro, se juegan los cafés.

PS: incluso los
más listos cometen errores. Esa es una de las grandes ventajas del capitalismo

PD: Los padres del Perdíu han marchado a la españolísima Gerona, la ciudad que con tanto ahínco y tesón defendiera el granadino
Álvarez de Castro en aquel sitio legendario en el que perecieron, fieles a su Rey a su patria, diez mil gerundenses. De momento, los Mozos de Escuadra no han comunicado al autor de esta bitácora que sus señores padres hayan causado ningún altercado, desmintiendo así las tesis más pesimistas, que auguraban conflictos en cuanto el avión tocara suelo catalán.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo esto no se lo dices tu al dueño del bar de tu pueblo ni loco. No tienes cojones