29.9.08

Del centro y de la periferia.

El otoño está llegando a Zamora. El viernes un café, con la prensa, en Davico. La mañana del sábado se nos va en pasear, despacio, por Santa Clara. Hago algunas fotos al rico patrimonio modernista de la ciudad. Pienso en la capital. Para los que somos de la periferia sanabresa, la ciudad era algo lejano. Mi abuela materna me contaba cómo, allá por los años diez del siglo XX, bajaba con un burro desde Sanabria a por vino a la capital. Más de cien quilómetros de distancia fueron, durante años, demasiados entre Zamora y la Sanabria. Muchos de los nombres de los que hablaba mi abuelo, y que me madre me cuenta de vez en cuando, como el Bazar J, han desaparecido ya. Ninguno de mis cuatro abuelos pudo estudiar. La ciudad quedaba demasiado lejos, e ir a Astorga, al seminario, era quizá no volver.
Pienso en esa Zamora de los años veinte y treinta, intentando incorporarse a un progreso que aún no había llegado al país, y cuando parte de la provincia seguía viviendo como en el siglo XIX. Una Zamora, en realidad, que llevaba apartada de la historia desde el siglo XII. Los sanabreses, fuera de la historia desde un par de siglos antes, empezaron a sentirse zamoranos tarde. La prensa, provincial, y los servicios del Estado, hicieron el trabajo, pero lo hicieron a medias, como correspondía a una provincia pobre en un país pobre. Ahora algunos sanabreses, vaya por dios, se dicen gallegos, cuando nunca, nunca jamás, la tierra sanabresa estuvo vinculada a la comunidad vecina.
La ciudad, hermosa, se ha convertido en un centro de servicios que languidece, es verdad, junto al Duero. Algunos sanabreses, en venganza, buscan ahora esos servicios en León o en Benavente. Pero en Zamora hay algo escondido. Hay algo en sus calles, en sus iglesias, en su atardecer desde el Castillo, que vuelve melancólico al viajero cuando pasea por la ciudad del alma, la ciudad que soñó y cantó
Claudio Rodríguez. Enfilamos el río. Es tarde ya y toca recogernos.

PS: “Apenas acababa de abandonar la cuna, cuando ya todo un mundo se había ido. Forastero en los lugares de mi infancia, la gente me preguntaba al verme quién era yo”.
Chateaubriand, François de:
Memorias de ultratumba (Libros I-XII). Tomo I. Página 135.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hermoso texto perdiu. Siempre he tenido la sensación (soy de Alicante) de que Zamora era una ciudad pequeña y relativamente fea. Cambiaré de opinión...

Unknown dijo...

Anónimo Alicantino, te invinto a que visi tes zamora y conozcas el modernismo casado en excelencia con el rómanico. Ocho siglos de diferencia y sin embargo, armonía.
La pobreza de la que habla perdiu, por una vez, salvó la arquitectura.
La gran desplobalción sufrida por zamora, la alejó de las explosiones inmobiliarias de los 60 (los famosos "silos humanos" del Franquismo)
A nadie le interesaba construir en zamora, a nadie en definitiva, le interesaba tirar un edificio modernista de 1924 para hacer una tore de 12 pisos, no era rentable, no por un prurito de estética, solo por que no había pasta detrás.
Asi, el abandono, nos ha regalado un hermoso patrimonio modernista, que ha desempolvado sabiamente el equipo de gobierno de D. Antonio Vázquez
No es la eclosión del Paseig de Gràcia en Barcelona, pero se esconden hermosas joyas que figuran en los libros de arquitectura como edificio de viviendas Pinilla en la plaza de la Marina Española.
Lo recuerdo para aquellos que vinculan a zamora con la boina y luego viven en Can Clos.
Una recomendación: hay un restaurante (Estrella Michelín incluida) que está en la rúa de los Notarios, "El Rincón de Antonio", les recomiendo echar el ancla allí, pedir un vino de toro debidamente servido y acompañarlo de las esquisiteces de tapas que Él llama "cocina en miniatura" no les defraudará.
Luego, si se quiere, solo hayq ue cruzar la calle y visitar el Archivo Histórico o seguir hasta la catedral con un cimborrio que no verán en ningun otro lugar de España.

Anónimo dijo...

Siga citando a Chateaubriand. Vale la pena leerlo en estos tiempos. Uno de puede dejar de sentirse como él.

Además, no estaba tan lejos como se cree de los liberales.

Con lo que no podía era con el compadreo y los apaños.

Saludos.

Anónimo dijo...

Debe decir:

"Uno no puede dejar de sentirse como él".

Saludos

De Lescure

Anónimo dijo...

Sanabreses y gallegos:

http://video.google.com/videoplay?docid=8384521364641041210&hl=es