18.3.09

Deuda histórica, quiá

Cada uno viene de un mundo.
Yo, sin ir más lejos vengo de uno en el que la luz eléctrica llegó a las casas a finales de los años cincuenta. Mi abuelo tenía ya casi sesenta años.  Un mundo al que el asfaltado de las calles llegó a principios de los años setenta. Mi padre tenía casi ya cuarenta años y a mí me quedaba poco para nacer. Un mundo al que las farolas que iluminan las calles llegaron a finales de los años ochenta, cuando yo ya salía de farra por las noches (de ahí viene la inveterada costumbre, todavía, de dejar la luz del porche encendida por la noche). Un mundo al que, fíjese usted bien, el teléfono llegó a principios de los años noventa. 
Un mundo, en fin, en el que la cobertura de teléfono móvil sigue siendo lamentable, en el que se ven más cadenas de televisión portuguesas que españolas, en el que sólo se oyen bien las radios públicas (la ser y radio nacional). En el que hace dos años contamos, en tres quilómetros de carretera, más de cuarenta baches y, cuando le protestamos a la Diputación, titular de la misma, nos contestó poniendo un cartel memorable a la entrada del pueblo que avisa de que la carretera es "estrecha y sinuosa", ya que se conoce que eso es mejor que arreglarla.

Por eso, no puedo evitar una mezcla de sonrisa y enojo cuando veo con qué alegría los políticos avecindados en Andalucía nos reclaman al resto de españoles no sé qué deudas que no sé bien porqué tenemos que pagar entre todos y que, de existir, habrían de pagárselas nuestros antepasados a los suyos. En fin,  una buena temporada disfrutando de los servicios públicos en Sanabria les deseaba yo a estos, para que hablaran con menos ligerezas de deudas y de historia.

PS: y mañana, con la fresca, caminito de Sanabria

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