Fuimos a ver, claro, Torrente 4. Mejor que la tres, aunque sin llegar al nivel de la primera. Hay algo en José Luis Torrente que lo convierte en único en el panorama español: ese humor que parte de ridiculizarse a uno mismo. Una cosa tan presente en el mundo anglosajón que en España usamos poco. Aquí el humor siempre es soso o políticamente correcto, no hay más que ver a Wyoming haciendo chistes sobre Bush. Hasta que alguien saca al policía fascista y machista. Hay que tener sentido del humor para entender y disfrutar sus películas, una cosa de la que adolecen, por cierto, los progres en general y nuestra socialdemocracia en particular. Algunos de los gags son especialmente memorables. Vayan a verla, que tiene su miga.
La peli es floja, lo único que se salva es la música, que está bien trenzada, pero el resto es pura basura sobre juventud descontrolada y postmoderna. La veía y me acordaba de cuando, con quince años o así, los adultos me decían que cuidado con la noche que hay mucho vicio, joder, y yo me hartaba a salir por Sanabria y por Madrid y nada, pero nada de nada. Ni drogas, ni alcohol, ni desde luego sexo. Así que no sé dónde está esa juventud de la peli que está todo el día drogándose, bailando y metiendo. Será que estas cosas pasan en el levante y que no habían llegado, aún, a la mi tierra sanabresa.
Una peli floja y bastante prescindible. Floja digo, pero no por española, sino por mala. No hay color entre esta y Torrente…
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