14.7.11

Meandros, sombras, nogales...

He recuperado, quizá era el momento, un libro de Kertész que me regalaron hace muchos años. No lo había leído hasta ahora, quizá porque había cosas que no podía leer con aquellas compañías de bandeja y lácteos. Un conjunto de ensayos del Nobel húngaro, reflexionando sobre el Holocausto como hecho y comocultura. Juntos, el libro y yo, nos hemos echado casi toda la tarde paseando por el mi pueblo. Esta vez, tomé rumbo norte, pero nada más pasar el río, me desvié y me senté en un prado. Es uno de mis favoritos: tiene un caño de riego y el río hace un recodo a los pocos metros, donde la sombra te permite evadirte de todo. Hasta del móvil. La ausencia de cobertura en este rincón de España, el desprecio de los débiles. La soledad ante el Estado. El primer ensayo lleva por título “Patria, hogar, país”. El exilio interior. El miedo a la palabra “patria”. Dónde está, qué es. Qué le debemos a esa gente que vivió hace siglos sobre este suelo. Nada. La condición de enemigo del pueblo. El papel del Estado. La soledad del individuo en esta construcción kafkiana que es la Administración. Con ese monstruo frío. Una lectura que plantea preguntas y que no deja entrever respuestas. De fondo, nuestra compleja relación con los valores de la Ilustración. Nuestras contradicciones. Y esa realidad aterradora: Dios creó al mundo y el ser humano creó Auschwitz. Poco más que añadir.

Se me ha echado la tarde encima. Cierro el libro y pienso en aquello que dejó Berlin escrito, cuando explicaba la diferencia entre el salvaje y el civilizado: “El civilizado da su vida por valores en los que no cree del todo”. Sigue oliendo a hierba mojada. Ayer llovió. No mucho. Lo suficiente como para darme la bienvenida: la luz del oeste y el olor de los campos humedecidos a media tarde es una emoción difícil de superar cuando uno llega aquí procedente del siglo XXI. Es nuestra tierra. Claro que lo es.


PS: Adorno sentenció: "Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie". Y quizá tenga razón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Fantástica y verdadera la cita de Berlin. Un placer leerte, desde la Argentina.