25.5.12

Vivir es viajar


El libro de Reverte sobre su viaje al Ártico. Mi segunda incursión en la literatura española de viajes. Es curiosa porque la primera, del amigo Moretón, resultó fascinante, tanto en lo personal como en lo literario. Esta ha sido más floja. O más desigual. No me gusta como enfoca Reverte la literatura de viajes. Quizá  porque mi visión es la de Kaplan, o simplemente que me hice mayor con Ascherson de maestro. Lo único que importa es el camino, no quien lo está viendo. Y si quien lo está viendo quiere contar algo de su día a día, ha de hacerlo si eso le aporta algo al lector. Un ejemplo. Kaplan cuenta en Bucarest su estancia en el Hotel Athénée. Lo hace porque durante la guerra fría, todos los empleados trabajan para el Servicio de Seguridad comunista. Ahí tiene sentido meter la visita al hotel. El problema es que Reverte cuenta el menú del barco. O las partidas de cartas que juega con sus compañeros. No me interesan. Nada. Por eso, el libro es muy irregular. Gana mucho cuando describe lo que ve y cuando lleva de la mano al lector por la mítica historia de la búsqueda del Paso del Noroeste. Una historia que se convirtió en leyenda, con la trágica suerte de algunas expediciones como la de Frankin y una historia en la que, ya lo siento progres jeremíacos, la Monarquía hispánica jugó también un papel destacado durante décadas.


PS: Hablando de viajes.  Aquella Guinea. Llegar tarde ya.

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