Venía el sábado en El Economista una tribuna muy interesante de Matthew Lynn sobre las culpas que Internet tiene en la inflación, mucho más de lo que pensamos de manera habitual.
Quizá con la tecnología, las cosas estén empezando a cambiar: ahora es muy fácil subir de un día para otro el precio de una carta de un restaurante -no hay que imprimirlas-, como es fácil subir los precios en un supermercado cuando la pegatina que los marca es digital: a mayores, pagando con tarjeta no somos conscientes muchas veces de esas posibles subidas. Los precios dinámicos, en fin, a lo Uber, también cambian las posibilidades de tirar hacia abajo la inflación: precios normales, altos y muy altos, pero nunca precios bajos.
Una buena, y preocupante, reflexión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario