Arcadi, el domingo pasado: "La responsabilidad del Gobierno y de su presidente en la gestión política cotidiana y en la respuesta a las crisis es evidente. Pero la razón profunda que se aventura, y que tiene que ver con la selección de las élites, no se puede limitar a la política. Ciertamente ni Salvador Illa ni Beatriz Corredor eran las personas idóneas para afrontar las crisis con las que hubieron de verse. De hecho, no fueron puestas allí para eso. Illa, un licenciado en Filosofía y clásico apparatchik llegó al Ministerio de Sanidad para foguearse y abandonarlo en cuanto sonara el clarín de las elecciones catalanas. La registradora de la propiedad Beatriz Corredor salió del Gobierno hacia el medio millón de euros anuales en una clásica operación giratoria. La competencia y la moralidad de García Ortiz han sido las idóneas para agravar la ruptura con el principio de neutralidad que supuso el nombramiento de su antecesora, Dolores Delgado. Pero el problema rebasa la política. No parece que los técnicos en Salud Pública, empezando por Fernando Simón, estuvieran a la altura de las necesidades en la pandemia. Mazón era tan frágil que se lo llevó río abajo el primer decilitro, pero tampoco brillaron los responsables de Aemet o de la Confederación Hidrográfica del Júcar. No hay aún informes fiables sobre el apagón; pero las odas de la registradora de la propiedad a sus especialistas habrían sido más convincentes si hubieran evitado la caída en vez de levantarla doce horas después. A partir de los datos educativos y su concreción profesional hay una fundada sospecha sobre la preparación de las élites españolas."
9.5.25
¿Y si nuestro lío fueran las élites?
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