23.10.10

De la red social a la red

Estuvimos viendo, claro, La red social. No entiendo cómo la gente critica tanto a facebook, o al uso que algunos hacemos de él. Es un entretenimiento, sin más trascendencia. Como ver la tela, cantar, tocar la guitarra o pasear. Y si el entretenimiento te gusta, lo usas. ¿Qué problema hay? Será la tecnofobia, que no acaba de dejarnos en paz a los españoles. Las redes sociales cambiarán, están cambiando, nuestras vidas. Nuestra forma de comunicarnos. Nuestra forma de ignorar a alguien, nuestra forma de conquistarlo, nuestra forma de seguir a una persona con el rabillo del ojo. Facebook es sólo una herramienta, es cierto, pero las redes sociales, que siempre han estado ahí, son mucho más. Son una bendición para los que somos lo que los sociólogos llaman “promiscuos sociales”, gente que disfrutamos sabiendo de la gente y que somos capaces de mantener relaciones poco intensas con muchas personas.

La peli. Buena. Casi un thriller de espionaje industrial en la época de las punto com. Cómo una buena idea de negocio puede estar donde uno menos lo espere. Y lo friquis que son, en general, los informáticos. La peli tiene ritmo y está bien contada. Algunas cosas (la traición, la confianza, el sexo, la ambición) son tan antiguas como el hombre, y siempre nos acompañarán.

Una peli recomendable. No deje de verla, desocupado lector.


PD: Mi espalda y yo estamos a la Sanabria. Y en un rato, iremos a celebrar la Diada de la província, a Aliste. Ya les contaré.


PS: Ángel Guillén escribió en Revista de Libros: “La mayor parte de nosotros no somos conectores: tenemos un círculo de amigos restringido y notamos que no disponemos del tiempo ni de la energía para mantener contactos con mucha gente; contactos que, además, serían ocasionales y nos resultarían poco satisfactorios. Pero los conectores tienen una cualidad psicológica especial: son maestros en lo que el sociólogo Mark Granovetter llama «el nexo débil»: tienen muchos conocidos y no rehúyen, dada su idiosincrasia, las pequeñas obligaciones que supone mantener un nexo débil y esporádico con ellos, tales como felicitarles por su cumpleaños o enviarles una postal o correo electrónico por Navidad. Así consiguen mantener viva una copiosa agenda de relaciones, la mayoría de las cuales con un nivel de intensidad tan tenue que la casi totalidad de nosotros seríamos incapaces de asumir o de verles siquiera el sentido. Estos conectores son los que acortan de manera tan sorprendente los grados de separación entre uno mismo y otro ser humano arbitrariamente seleccionado de este planeta. Son personas que conocen a muchas otras personas (son los promiscuos sociales), y nosotros conocemos que las conocen, de modo que acudimos a ellos para, cuando nos hace falta, entrar en contacto con desconocidos que en un determinado momento presentimos que nos van a ser de utilidad".

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