8.11.10

Cine normal y cine tostón (y el simplón de León, en Afganistán)

Un par de cosas en el cine. Salidos de cuentas. Una comedia razonablemente entretenida. No sé qué alma enloquecida se dedica a traducir los títulos de las películas estadounidenses, pero que alguien le ponga freno, por favor. El cine, también y sobre todo, es puro entretenimiento, sin más complicaciones. Un viaje por la Norteamérica profunda, un poco como la vieja Amsterdam que tanto me asombró hace años… la Norteamérica, en fin, del Slang del que mi querida Snows hacía queja el otro día, tan lejana del perfecto inglés de los padres fundadores. Sentido del humor y capacidad para reírse de uno mismo, buen tipo este Phillips.

Luego cometí el error de ir a ver Copia certificada. Fue un error a medias, es verdad, pero eso no le quita gravedad. De repente, me vi de nuevo en uno de aquellos tostones que ponían en la facultad y que siempre evité. Me cae bien Kiarostami y ya me imagino que hablar mal de su obra es políticamente incorrecto, pero la historia de esta peli es la más aburrida que he visto en años. No me dormí de milagro. Y eso que la idea es buena, joder, pero no puedes empezar una película con catorce minutos de una conferencia, no puedes, o el espectador se va del cine. O es que te has equivocado de época y estás en realidad en un cine fórum en 1968 rodeado de lanas todos fumados. No es un horror, pero es aburrida, y eso es lo peor que se puede decir de una película. Es verdad que lo de soñar que un desconocido es nuestra pareja forma parte de nuestras fantasías, igual que convertir a nuestra pareja en un desconocido. Es verdad que la Binoche hace un gran papel, interpretando a una mujer vencida ya por la vida y por un marido que trata de esquivarla, después de que ella le hubiera entregado lo mejor de su vida. Es verdad que la idea es original (¿son una copia ellos dos?) pero sinceramente, la película podía haber salido mucho mejor. O se podía haber rodado en quince minutos y no hacernos sufrir dos horas de conversaciones en la que la mitad de las cosas que se cuentan son intrascendentes. No sé aún cómo los críticos de la Seminci hicieron para mantenerse despiertos.

Me jode equivocarme de película. No tengo mucho tiempo y siempre intento atinar. No siempre se consigue. Qué le vamos a hacer…



PS: Me parece fatal lo de Zapatero y esta especie de anticlericalismo a la violeta: me voy a Afganistán para no verte. El Papa no sólo es un Jefe de Estado sino que además representa a una religión mayoritaria en España. ¿Este analfabeto no se ha leído completo acaso el 16.3 de la Constitución? ¿Se quedó sólo en la primera frase? Patético.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo previsible. La tajada de Benedictine ha dado paso a un resacón de escándalo. Con su proverbial mal libar, Carlos Dávila se sube a su taburete de La Gaceta y proclama: “Ya era hora de que a este Gobierno que ha terminado de un plumazo al grito de ¡que se jodan los cátolicos! con todo lo que predica y defiende la Iglesia de Roma, le respondiera quien lo puede hacer”. Todavía de rodillas sobre el confeti y el serrín, el editorialista de La Razón, daba muestras de haberla cogido tierna y agresiva a un tiempo: “El cariño y la simpatía de los miles de españoles han reconfortado al Papa, expresión cabal de una sociedad mucho más sensata, afectuosa y hospitalaria que esos inapreciables grupúsculos empeñados en hacer el ridículo para salir en la foto”.
A Juan Manuel De Prada le daba también por la euforia bravucona en ABC y pedía que lo dejaran solo con los laicistas: “Unos y otros, poseídos por el espíritu de Judas Iscariote, son incapaces ya de percibir la visita de Benedicto XVI como recepción de un don espiritual que derrama su aroma de nardos por las estancias de la casa; y que, a la vez que gratifica a los buenos, ahuyenta a los demonios”. A un palmo de página, el recién converso César Alonso de los Ríos daba voces de júbilo por contarse entre los súbditos de la tierra prometida: “España es la nación elegida por el Papa. Cuando éste vuelva en el próximo agosto será la tercera vez que le dedique sus cuidados”. ¡Hics, Hics, hurra!
Mucho chándal

Con los ojos fuera de sus órbitas, lo que tampoco es nuevo, el editorialista de Cope explicaba los prodigios a los que había asistido: “Se ha producido un hecho excepcional: las palabras y los hechos estaban en plena concordancia. Cuando el Papa hablaba del valor infinito de la vida humana ese valor se hacía evidente en el modo que tenía de tratar a los niños con síndrome de Down”. Tirando de menos lirismo, el opinador mayor de Libertad Digital le daba la charla a una columna sobre el “laicismo agresivo que habrá podido comprobar en su propia piel con las muestras de odio de los grupúsculos y lobbies afines al socialismo radical”.
Solo y contrito en un rincón de El Mundo, Salvador Sostres la tenía llorona porque la estética había manchado la presunta ética: “El Papa con su altura incuestionable subrayaba la pequeñez institucional que se encontró ayer en Cataluña, y una algarabía más propia de una visita africana o sudamericana. Mucho chándal”.

Anónimo dijo...

Todavía de rodillas sobre el confeti y el serrín, el editorialista de La Razón, daba muestras de haberla cogido tierna y agresiva a un tiempo: “El cariño y la simpatía de los miles de españoles han reconfortado al Papa, expresión cabal de una sociedad mucho más sensata, afectuosa y hospitalaria que esos inapreciables grupúsculos empeñados en hacer el ridículo para salir en la foto”. A Juan Manuel De Prada le daba también por la euforia bravucona en ABC y pedía que lo dejaran solo con los laicistas: “Unos y otros, poseídos por el espíritu de Judas Iscariote, son incapaces ya de percibir la visita de Benedicto XVI como recepción de un don espiritual que derrama su aroma de nardos por las estancias de la casa; y que, a la vez que gratifica a los buenos, ahuyenta a los demonios”. A un palmo de página, el recién converso César Alonso de los Ríos daba voces de júbilo por contarse entre los súbditos de la tierra prometida: “España es la nación elegida por el Papa. Cuando éste vuelva en el próximo agosto será la tercera vez que le dedique sus cuidados”. ¡Hics, Hics, hurra!
Mucho chándal

Con los ojos fuera de sus órbitas, lo que tampoco es nuevo, el editorialista de Cope explicaba los prodigios a los que había asistido: “Se ha producido un hecho excepcional: las palabras y los hechos estaban en plena concordancia. Cuando el Papa hablaba del valor infinito de la vida humana ese valor se hacía evidente en el modo que tenía de tratar a los niños con síndrome de Down”. Tirando de menos lirismo, el opinador mayor de Libertad Digital le daba la charla a una columna sobre el “laicismo agresivo que habrá podido comprobar en su propia piel con las muestras de odio de los grupúsculos y lobbies afines al socialismo radical”.
Solo y contrito en un rincón de El Mundo, Salvador Sostres la tenía llorona porque la estética había manchado la presunta ética: “El Papa con su altura incuestionable subrayaba la pequeñez institucional que se encontró ayer en Cataluña, y una algarabía más propia de una visita africana o sudamericana. Mucho chándal”.