3.11.10

El Perdíu, de mesa en mesa (y no de casino)

Estuve en la Rey Juan Carlos, invitado por mi querido John the Minor. Una mesa redonda variopinta sobre temas de comunicación. Agradable charla con el profesor Calduch, ahora metido en política de nuevo con la UPyD de Rosa Díez. Diagnósticos creo que equivocados pero soluciones correctas. Saludo a Octavio Uña, tan paisano y tan cercano. La mesa. El papel de los medios. La comunicación a estas alturas. Qué queda de aquellos rollos de la teoría de la dependencia, que también infectó a este mundo. Hablo poco, gracias a Dios, y vuelco mi reflexión en intentar que los asistentes, casi todos alumnos, piensen en algunos temas claves. El más importante, en qué medida las televisiones, concesiones administrativas, están contribuyendo a crear ciudadanos y no súbditos o párrocos, por utilizar la nomenclatura de Almond eta Verba. Más en general, en qué medida podemos tener una sociedad civil potente si lo que tenemos en este país no son ciudadanos. Si uno mira a su alrededor y sólo ve personas huidizas, asustadas, deseando llegar a casa o quedarse en el bar al salir de trabajar, personas que no comprenden el valor de imponerse a uno mismo la obligación de dar a la sociedad una parte de su tiempo a cambio, en principio, de nada. Y más en general, qué tipo de gobierno nos espera si no tenemos sociedad civil y no tenemos ciudadanos. Nos espera demagogia, como la del tal Zapatero a cuenta de sus putos muertos en su puta guerra civil, y nos espera caudillismo, ya veremos cuánto tarda un Berlusconi en caer por aquí. Un Berlusconi de izquierda o de derecha, eso da igual. Nos espera fútbol los domingos mientras tú te vas haciendo vieja, los niños crecen, la vida es un domingo monótono por la tarde y yo, como Aresti, escribo poco antes de morir un poema que diga "No quiera Dios que pongan mi nombre a una calle de Bilbao".

A estas alturas, en política, yo ni siquiera sé en qué lado estoy, por eso desconfío del poder, lo ejerza quien lo ejerza. A mí me pasa como le oí contar una vez, en San Sebastián, a Kepa Aulestia, hace ya muchos veranos, hablando del momento en el que su Euskadiko Eskerra llegó por fin al gobierno: “ahora que han ganado los míos, ya no sé si soy de los nuestros”. Y así en todo.

En fin

PD: Volviendo del oeste. Dejándolo correr.


PS: "Y tal vez se sienta hermano de esa miríada de personas que, como él, se vanaglorian de ser almas elegidas dirigidas con sus manías hacia la muerte, y comprende cuán estúpido es, en este común y poblado camino hacia la nada, herirse recíprocamente".

Magris, Claudio: El Danubio. Anagrama, Barcelona, 2000. Pág. 82

1 comentario:

Anónimo dijo...

El taxi más caro del mundo circulará este fin de semana por Santiago de Compostela y Barcelona. Se llama papamóvil, y cada hora de trayecto con ocupante divino sale por 800.000 euros de nada. O lo que es lo mismo: 13.333 euros por cada minuto que pase Benedicto XVI en España. Aunque el problema no es el precio, sino quién paga la mayor parte de esta abultada factura. Los papamóvil –han traído dos– llegaron la semana pasada a bordo de un avión Hércules del Ejército español. Es decir, fue el dinero de todos los contribuyentes el que también cubrió el traslado del vehículo privado de este señor, don Joseph Ratzinger, cuyas próximas visitas pastorales costarán a las menguadas arcas públicas 29,8 millones de euros.

El gasto en dinero público y la tarifa por horas las ha calculado la organización Europa Laica: tres millones de euros en Santiago, 1,8 millones en Barcelona y 25 millones el año próximo en Madrid. No sabemos si estas cuentas se quedan cortas o se pasan porque, inexplicablemente, no está del todo claro el dinero público empleado. El coste de las visitas no aparece detallado, sino que se reparte en varias partidas para que abulte menos –como el traslado de los papamóvil, que paga Defensa–.

Sabemos que Benedicto XVI viene a predicar su testamento. Sabemos también que la visita es religiosa, y no como jefe del Estado teocrático del Vaticano. Sabemos que esta gira está bendecida por cada ayuntamiento y autonomía implicados, y también por el Gobierno, esos rojazos comecuras que llevan meses pactando cada detalle con Roma y Rouco Varela. Sabemos que incluso hay descuentos fiscales para las empresas que financien estas misas –dinero que dejará de cobrar Hacienda–. Pero es un misterio lo que nos cuestan los viajes del Papa a este estado aconfesional llamado España.