11.2.11

Libros que hay que leer (I)

Los libros que hay que leer.
Las vidas que hay que conocer.
Hay algo fascinante en
Zweig, en su ascenso, en su vida, en su exilio, en su muerte, pero sobre todo en su obra. Llegué a él por azar, a través del Círculo, hace muchos años, cuando me hice con sus memorias. Un texto delicioso. Llegué cuando se estaba creando Acantilado y yo comenzaba a descubrir, las más de las veces de la mano de Jesús, aquella otra literatura: Roth, Andric, Márai, Kis, Dovlatov, Sebastian y tantos otros que me han acompañado desde entonces (y que (te) voy dando a conocer poco a poco). Un cumpleaños le regalé la vida de Fouché, aún mal editada y con letra pequeña. Nunca me atreví con el libro; respeto demasiado mi miopía como para leer determinado tipo de letra. Así que me quedé con las ganas. Hasta el otro día. En Oletum. Lo ha publicado Acantilado y ahora es el momento, pensé en cuanto lo vi. Lo compré. Y recuerdo que empecé a leerlo ya en el tren que me llevaba a Burgos.
El desocupado lector de esta columna sabe de la debilidad (debilidad, que no admiración) que El Perdíu siente por un determinado perfil político: el del hombre en la sombra, el del fontanero que todo lo arregla y todo lo sabe pero que puede pasear tranquilo por la plaza porque nunca será reconocido. Porque sabe que los libros de historia nunca recordarán su nombre No en vano mi personaje favorito en Expediente X siempre fue, quien lo duda,
el fumador. Fouché, el Duque de Otranto es uno de estos personajes.
Vamos a hacer un viaje, desocupado lector, de la mano del “más extraño de los políticos”, como lo definió Zweig, su biógrafo y el hombre que lo rescató de las sombras… ¿me acompaña?



PS: "Talleyrand tiene que redefinir, irritado, las funciones del ministro de Policía [Fouché]: el ministro de Policía es un hombre que se ocupa, primero, de todas las cosas que le incumben y, segundo, de todas las que no le incumben". Zweig, Stefan: Fouché, retrato de un hombre político. Acantilado, Barcelona, 2010

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