26.9.11

Las cosas como son...

Una interesante reflexión, ahora que ando liado con el XIX y viendo como Sagasta consiguió su primera acta por Zamora allá por 1854. No había acuerdo entre las dos familias liberales sobre qué otorgaba la condición de ciudadano: para los que ganaron, los progresistas, la condición de vecino ya otorgaba ciudadanía; para los que perdieron, para los moderados, esa condición no la otorgaba la vecindad, sino el carácter de contribuyente de la persona: quien no paga impuestos no tiene cosas que defender ni contribuye a los público, de ahí que no sea ciudadano. Aquellas querellas ideológicas configuraron lo que hoy vemos como normal. Pasó igual con los Ayuntamientos: para los que perdieron, eran un eslabón más del poder del Estado y por eso era lógico que los alcaldes fueran nombrados por el gobernador civil; para los progresistas, eran un gobierno y por lo tanto sus alcaldes tenían que ser elegidos por los vecinos.

Cosas que hoy vemos como evidentes fueron objeto en el pasado de discusiones apasionadas. Damos por supuesto cosas que podían haber sido de otra manera, aunque tiempo después pensemos que no había más alternativas. Pasa igual con las guerras. Para el imaginario colectivo, en todas las del siglo XX han ganado los buenos, excepto en la maldita guerra de España. La realidad tiende a cerrarnos la cabeza, para que no pensemos demasiado y facilitarnos así la gestión del día a día.

Y es que la realidad es una construcción cultural. Como lo es el enfoque con el que miramos las cosas. Pocas circunstancias, más allá desde luego del código penal, son buenas o malas en sí mismas. Esta es una buena lección de esta fase de mi vida.

Y la humildad, claro.


PS: En cuanto a las manías [de Giner] la principal atañe a su propio país. Giner anunciaba la llegada de Europa y de la modernidad a España. Pues bien, la profecía falló. Llegó la Revolución de 1868 y los españoles dejaron pasar la oportunidad de ser modernos y europeos. Desde entonces, España ha vuelto a ser [para Giner y los krausistas] un país, o mejor dicho una tribu, de cafres y de salvajes.

Marco, José María: Francisco Giner de los Ríos: pedagogía y poder. Península, Barcelona, 2002. Página 244.

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