Estuvimos de vendimia. Literalmente. Agachar el lomo, acercarse a la vid, cortar el racimo, echarlo al cesto. Estaba entrando el otoño y estábamos en Castilla. Soledad y ángulos rectos, lo dejó escrito el profesor Espada. Hay algo mágico en el proceso de creación del vino. En cómo la uva, pisada, se transforma en mosto, con todo el azúcar pringándote las manos, en cómo empieza a fermentar casi de inmediato, en cómo se come el oxígeno. En el prensado, en el fruto del trabajo de los hombres. Qué pensó el primer hombre que hizo vino, el primero que vio que de ahí salía una bebida que otorgaba valor al cobarde y resolución al indeciso. Cómo se dio cuenta. Otra cosa que viene Roma. Y qué han hecho por nosotros los romanos, nos siguen preguntando los Reg de hoy en día. Todo el proceso sigue siendo, por las tierras de Maderuelo, artesanal. Esas bodegas que nadie sabe de donde salieron: “Aquí nadie recuerda que esto lo hiciera el abuelo del abuelo o algo así… son muy antiguas”. Un proceso similar al que aquí se desarrollaba hace cientos de años. A los pies de Somosierra, al otro lado del macizo, ha ido entrando el otoño. La hospitalidad de sus gentes es legendaria. Filo sonríe y nos abraza a todos. Son tantos años ya, yendo y viniendo. El otoño es lento, aunque empieza a cambiar el color de los negrillos. De vuelta a Madrid, paramos en la Venta Juanilla, y no puedo dejar de brindar por los Pasionistas de Peñafiel, la primera revista que dirigí en mi vida, con apenas trece años. Y aquel soniquete de que en La Venta Juanilla, nunca te pares…
PS: Hermoso y delicado adiós el que le dedica Muñoz Molina a Mermall. Se nos va toda la gente de la Europa central y oriental que sobrevivió al horror y que supo vivir para contarlo después.
2 comentarios:
Precisión: Ya en el Egipto faraónico hacían vino. Los romanos lo que inventaron fue la maduración en madera.
Buen apunte amigo, pero me refería a quien lo trajo aquí, a la península... y no creo que fueran los faraones ;-)
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